El malo de la película conduce un térmico
Llevamos años tragando el humo de los coches con motor de combustión como algo natural. En un principio se desconocían los efectos adversos de las micropartículas, los metales y los gases tóxicos en nuestro organismo. Pero aun cuando se ha dado la alarma por sus graves consecuencias para la salud, se ha seguido aceptando por la sociedad como un mal necesario al no haber una alternativa.
Los coches eléctricos se presentan como tal, como la alternativa a los térmicos, han llegado para quedarse y lo hace amparados por un manto de ecologismo y aire limpio. Tener un eléctrico empieza a dejar de ser algo curioso para ser atractivo y los coches sin tubo de escape se ganan al público por su presencia inocua. Más que por lo que ofrecen, es por lo que no producen; ni molestos ruidos, ni humos desagradables.
Pocos se acordaran ya de las consultas del médico en las que lo único que estaba prohibido era hablar en voz alta, cuando el practicante atendía con un cigarrillo en la mano y los espacios libres de humo eran casi imposibles de encontrar. En 1962 Colegio Real de Médicos del Reino Unido se tomó muy en serio hacer saber al público los peligros de cada calada, pero se necesitaron aun más años, y anuncios en su día transgresores, para que los no fumadores reclamaran y conquistasen espacios libres de humos.
Aun a día de hoy estos espacios se mantienen gracias a leyes y prohibiciones, aunque la comprensión por parte de los fumadores es cada vez mayor. Pasamos de prohibición a educación e incluso a imagen. El glamur del pitillo ha dado paso a una mala imagen, una reputación intoxicada por el humo que llega hasta el punto de colgar un cigarro entre los dedos de los malos en Hollywood. Para eso ha tenido que pasar un lustro. Pero la sociedad actual sí es consciente de su capacidad para mejorar su propia salud y no necesita ser instruida para pedir un cambio.
Igual que ha ocurrido con el tabaco, me pregunto si llegará el día en que solo el malo de la película conduzca un coche de combustión. ¿Exagero? Las máquinas de humos tóxicos ya han empezado a ser prohibidas en algunas ciudades ciertos días de año. En algunas autopistas se han determinado zonas de bajas emisiones cerca de áreas residenciales. Otras urbes regulan el acceso a sus centros en función del potencial contaminante del coche y las hay que se plantean incluso permitir el paso solo a vehículos de emisiones cero en poco más de 6 años.
De aquí a 10 años, tal vez antes, la evolución de los vehículos eléctricos hará de estos ya no una alternativa, sino la mejor opción. Con la introducción de camiones híbridos no es tan descabellado imaginar que se prohíba en espacios de trabajo cerrados circular con el motor de combustión en marcha para proteger la salud de los que allí trabajan. O que se pida a los usuarios de aparcamientos subterráneos seleccionar el modo eléctrico de sus híbridos, que estarán cargados al 100% con la proliferación de puntos de recarga en este tipo de instalaciones.
Pasaran otros 50 años y ¿miraremos mal a los nostálgicos que conduzcan un clásico sin haberlo convertido? ¿Se incluirá en las especificaciones del vehículo el nivel de ruido dentro del habitáculo? ¿Se establecerán zonas en la ciudad libres de humos y ruidos?
No hay que olvidar que el ruido genera estrés. Se trata pues, en ambos casos, de una cuestión de salud. Ya hay ejemplos de iniciativas en esta dirección. Colruyt, la mayor cadena de supermercados de Bélgica, introdujo hace 3 años un camión híbrido para reponer mercancías de madrugada, aprovechando las horas de menos tráfico. Un Daf XF capaz de recorrer los últimos 10 kilómetros, cuando atraviesa zonas urbanizadas, sin desvelar a los vecinos.
Los eléctricos ya han tenido su papel en algunas películas. El Audi R8 e-tron aparece en Iron Man 3 y el Fisker Karma fue inmortalizado (a tiempo) en Paranoia. Un poco más modesto pero con un papel más relevante es el Renault Zoe, protagonista de “Un príncipe casi encantador” del director francés Luc Besson. Y también es de destacar que el sonido de la BatCycle en El Caballero Oscuro está basado en el del motor de un Tesla Roadster.
De momento los coches eléctricos los conducen los buenos. No es por lo tanto una locura imaginar que igual que está pasando con el tabaco la imagen de los térmicos acabe por deteriorarse hasta llegar a una situación parecida a la película Waterworld, donde los malos, los Smokers, navegan en maquinas propulsadas con crudo. Con el tiempo tal vez solo el malo de la película conduzca un térmico.