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Alemania estrena su primer carril bici solar, capaz de generar energía eléctrica, eliminar ruido y derretir hielo

De un tiempo a esta parte, cada vez son más los países que comienzan proyectos para testar carreteras solares. Este tipo de vías, que sustituyen el asfalto por placas fotovoltaicas, están siendo probadas en zonas como Francia o China. Si bien normalmente se utilizan en grandes vías (China está construyendo una autopista solar), también se pueden utilizar en caminos, aceras y carriles bici.

Este es el caso de Colonia, Alemania, donde se está construyendo el primer carril bici solar del país. Cada metro cuadrado del carril genera 80 kWh de energía al año; o lo que es lo mismo, en 200 metros cuadrados se generan un total de 16.000 kWh anuales a la red eléctrica local. Por el momento esta vía está en pruebas, pero se espera que pueda ampliarse en el futuro.

Este tipo de soluciones presentan numerosas ventajas: más allá de la generación de energía eléctrica, permiten una mayor absorción del ruido de rodadura de los vehículos, y además, los paneles pueden calentarse para derretir el hielo que se forma en invierno sobre la calzada, algo que supondrá una mayor seguridad a la hora de circular. Además, algunos estudios señalan que este tipo de vías se degradarían menos con el paso del tiempo; a cambio, son mucho más caras que una carretera normal.

El 12 de noviembre se inaugurará oficialmente el carril bici de Colonia con la Ministra Federal de Medio Ambiente, Svenja Schulze. El coste de este proyecto ha sido elevado, si bien se espera que los precios de este tipo de instalaciones bajen de forma notable en los próximos años. Las autoridades calculan que la Sun Street tendrá una vida útil de entre 20 y 25 años, y que durante la última década de uso, los ciudadanos incluso ganarán dinero, pues gracias a la energía generada el carril cubrirá su propio coste.

Sacar este proyecto adelante ha sido posible gracias a los fondos federales para energía solar. De acuerdo con los responsables, este tipo de iniciativas son realmente importantes de cara al desarrollo de esta tecnología, pues «el primer microchip costó 10 millones de dólares, por lo que si se hubiera detenido su desarrollo por ser demasiado caro, nunca habríamos tenido ordenadores personales».

Este tipo de instalaciones, asociadas a parques de baterías capaces de estabilizar el flujo energético de forma acorde a la producción y la demanda, podrían ser una de las futuras soluciones para conseguir una mayor sostenibilidad en las ciudades del futuro.

Fuente | Sueddeutsche Zeitung Magazin

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