Bosch decide no apostar por la producción de baterías para coches eléctricos, e incluso vende su startup de baterías de electrolito sólido
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Publicado: 01/03/2018 12:37
Hace unos meses, Bosch (el proveedor de componentes para automóviles más importante del mundo) anunció que estaba estudiando un plan para convertirse en un productor de celdas de baterías para coches eléctricos. Sin embargo, la empresa alemana ha anunciado hoy que finalmente no llevará a cabo dicho plan, si bien quieren especializarse en otros componentes de los coches eléctricos.
Bosch compró en 2016 la startup Seeo, especializada en la tecnología del electrolito sólido para baterías. A pesar de los interesantes planes que tenía la empresa, como el lanzamiento de una batería de 50 kWh con un peso de tan solo 190 kg, en ningún momento se comprometieron a realizar inversiones a gran escala. Sin embargo, ahora han decidido vender todas sus acciones de Seeo.
A pesar de que hace dos meses Bosch contemplaba una posible inversión de 20.000 millones de euros para poder convertirse en uno de los mayores fabricantes de baterías mundiales (200 GWh anuales para el año 2030), finalmente esto ha sido desestimado. Esta plan les habría llevado a competir de forma directa con Panasonic, LG Chem, Samsung SDI y CATL. El motivo que esgrimen para echarse atrás es el alto riesgo de una operación semejante.
Según el ejecutivo de Bosch Rolf Bulander: «Para Bosch, es importante tener una comprensión técnica de las céldas. No tenemos que hacerlas nosotros mismos«.
A pesar de todo, la compañía afirma que todavía están comprometidos con la electrifiación del parque automovilístico. De acuerdo con la compañía, sus componentes para trenes motrices eléctricos ya se encuentran en más de 800.000 vehículos.
Como puede verse, esto es una noticia poco alentadora para la otora puntera industria tecnológica europea: las baterías, el componente clave de los coches eléctricos, serán desarrolladas por empresas chinas, japonesas y coreanas. Una oportunidad de negocio perdida que llevará a una enorme pérdida de competitividad en la industria europea, quizás no a corto plazo, pero sí a medio y a largo.
Fuente | DW