El cobre está empezando a perder peso en el coche eléctrico, con un 30% menos uso desde 2015
El peso del cobre en la producción de componentes para coches eléctricos está perdiendo fuerza con el paso de los años, siendo sustituido por otros componentes más ligeros y económicos, como el aluminio.
El cobre y el coche eléctrico es una relación muy intensa, que está perdiendo fuerza. La presencia de este metal ha sido crítica en los primeros años de esta era moderna, pero su declive es imparable con unos desarrolladores que lo están cambiando por otros materiales más económicos.
En el siguiente gráfico de Benchmark Mineral Intelligence, vemos la evolución de la demanda de cobre en varios subcomponentes de los coches eléctricos desde 2015 hasta 2030.
Según Benchmark Mineral Intelligence, el uso de cobre ha pasado de los 99.3 kilos en 2015, hasta los 69.4 kilos de este año. Una tendencia que supone una reducción del 30%, que según las previsiones, continuará bajando hasta los 61.7 kilos para 2030.
El cobre en el coche eléctrico
Uno de los factores más importantes que impulsan esta caída es la tendencia de los ingenieros y fabricantes que buscan maneras de mejorar la eficiencia y el rendimiento de varios componentes, lo que lleva a una reducción del uso de cobre. Un ejemplo clave de esto es la producción de baterías, en la que el espesor de la lámina de cobre utilizada en los ánodos ha disminuido significativamente.
En 2015, Benchmark estimó que el uso de estas láminas de cobre era de algo más de 41 kg por vehículo (con un espesor promedio de 10 micrones), pero para 2030, se proyecta que caerá a 26 kg a medida que los fabricantes continúen adoptando láminas más delgadas.
De manera similar, los sistemas de cableado se han vuelto más localizados y sencillos, con avances en el cableado de alto voltaje y la integración modular que permiten un menor contenido de cobre en los mazos. El cobre utilizado en el cableado ha disminuido de 30 kg por vehículo en 2015 a una cifra proyectada de 17 kg para 2030.
La electrónica de potencia también es otro de los campos que ha logrado evolucionar, con sistemas más compactos y con una gestión térmica mejorada en motores, que se suma a la simplificación de los cables de carga, que también han contribuido a la reducción del uso de cobre.
Además de reducir el uso de metales, el cobre está siendo sustituido en algunas funciones por otros componentes, como el aluminio. Este se utiliza cada vez más en componentes como barras colectoras, mazos de cables y aplicaciones de cables de carga.
El menor peso y el menor coste del aluminio lo han convertido en una alternativa práctica al cobre en aplicaciones específicas, aunque el espacio adicional requerido para lograr el mismo nivel de conductividad puede limitar su uso en ciertos casos.
Benchmark estima que el cobre utilizado en los mazos de cables de automóviles ha disminuido un 30% entre 2015 y 2024.
A pesar de esto, la producción de cobre seguirá creciendo debido al crecimiento del sector del coche eléctrico en los próximos años.
El análisis de Benchmark indica que para 2030, la demanda de cobre impulsada únicamente por los coches eléctricos superará los 2,5 millones de toneladas por año.