El coche eléctrico: ¿la inacción de la industria impide su despegue?
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Publicado: 23/09/2018 11:30
El coche eléctrico ha dado pasos de gigante en los últimos años, en innovación tecnológica con autonomías cada vez más mayores y también en volumen de ventas, consolidándose en los mercados más desarrollados y con buenas cuotas en otros que van por ese camino. Sin embargo, la implantación del coche eléctrico, y el cambio en el modelo de movilidad que traerá consigo, no serán automáticos, se requiere del apoyo constante de la administración y del compromiso pleno de la industria para que la transición a la movilidad eléctrica sea satisfactoria.
El fin del motor de combustión interna, que durante más de un siglo ha cambiado nuestras vidas, está cerca. La realidad es que muchas personas creen que el final de esta etapa es inminente, la negativa a aceptar la realidad puede ser muy costosa, en el caso de Reino Unido, no cumplirá sus objetivos de emisiones de carbono legalmente vinculantes porque el sector del transporte, a diferencia de todos los demás sectores de la economía, no está haciendo lo suficiente para frenar el crecimiento de las emisiones.
El coche de combustión está arrastrando un lastre producto de diversos escándalos por la poca transparencia de algunos fabricantes a la hora de comunicar los niveles de emisiones. Además, el diésel está viviendo momentos muy complicados, con descensos muy importantes en las ventas en varios mercados, y prohibiciones para venderlos o conducirlos en algunos centros urbanos. Pero lo cierto es que, según estudios en Reino Unido, el coche de combustión se ha asociado a más de 40.000 muertes prematuras debido a concentraciones de gases contaminantes.
Pero hay alternativas, el rápido desarrollo de las baterías de los coches eléctricos, en concreto su autonomía, abren la senda hacia un cambio de modelo. Con coches que pueden recorrer más de 300 o 400 kilómetros con una carga, los usuarios tendrán la opción de elegir. Sin embargo, no olvidemos que la polémica está, y estará, servida en cuanto a las emisiones asociadas con la extracción, producción y distribución del combustible que genera la electricidad, pero esa es otra discusión, lo cierto es que los eléctricos eliminarán los gases contaminantes de nuestras ciudades.
Volviendo al caso de Reino Unido, a principios del pasado verano, el gobierno de Theresa May presentó una estrategia de «Camino al cero» que describía cómo planean alcanzar su objetivo de vetar definitivamente las ventas de vehículos con motor de combustión para 2040. Desafortunadamente, esta fecha límite no es solo cinco años después de lo recomendado por los propios asesores del gobierno, sino que también luce aislada y no procura una disminución progresiva de las emisiones en los principales centros urbanos.
Otra de las promesas del gobierno de May fueron los 106 millones de libras para desarrollar vehículos de bajas y cero emisiones. Pero esto no ataca la urgencia del tema. Hace muy poco, el secretario general de las Naciones Unidas, António Guterres, advirtió que sin cambiar el rumbo «corremos el riesgo de perder el punto donde podemos evitar el cambio climático definitivo», un mensaje que muchos integrantes del gobierno, y de la oposición, han trasladado a la Primera Ministra, que parece conformarse con anuncios y buenas intenciones.
Quizá lo más llamativo de todo esto es que Reino Unido tiene la capacidad de ser un líder mundial en vehículos eléctricos, cuentan con la fabrica de baterías más grande de Europa, además, una quinta parte de todos los coches eléctricos en Europa se producen en la planta de Nissan en Sunderland. En este sentido, se podrían tomar medidas más sólidas, por ejemplo, adelantar la prohibición de venta de vehículos de combustión del 2040 al 2030, podría reducir a la mitad las importaciones de petróleo, ahorrando casi 7.000 millones de libras al año.
Pero la realidad es distinta para los británicos, el año pasado, Alemania les adelantó por la derecha en cuanto a ventas de coches eléctricos. Como hemos comentado al inicio, el cambio no se producirá por sí mismo, si bien el consumidor está interesado en la tecnología y concienciado respecto al tema emisiones/contaminación, los estímulos a la compra (ayudas) y el desarrollo real de una red de recarga adaptada a las necesidades, siguen siendo dos puntos determinantes para lograrlo, y parece que en Downing Street no acaban de verlo.
Para los británicos resulta indignante que, con la dramática caída del diésel y la alta demanda de coches eléctricos, solo haya un pequeño empuje corporativo detrás de los nuevos modelos eléctricos. Gran Bretaña debería seguir el ejemplo de California y exigir que los fabricantes vendan una proporción fija de sus totales de coches eléctricos. Los californianos van de camino hacia los 1.5 millones de «vehículos cero emisiones» para 2025, lo que el Reino Unido logrará 15 años después.
Queda patente que para generar el cambio se requiere de voluntad y objetivos claros.
Vía | The Guardian