Hoy en día si una persona quiere comprarse un coche eléctrico, además de un precio de compra más elevado y muchas veces el no contar con ayudas, debe también valorar la cuestión de la recarga. Un factor que afecta al comprador menos entusiasta que con el paso del tiempo va mejorando su situación. Pero a pesar de esto, en la actualidad moverse con un coche eléctrico en grandes distancias es un reto no por la autonomía o los tiempos de recarga, sino por la desastrosa situación de unas redes de carga públicas que se enfrentan a múltiples retos a superar.
Y es que a diferencia de conducir un coche con motor de combustión, donde no hay apenas que planificar los repostajes debido a la gran densidad y facilidad de uso de las gasolineras, el conductor de un coche eléctrico debe enfrentar obstáculos que hacen de muchas veces que la experiencia sea muy negativa.
Desde estaciones que no funcionan, a otras que si lo hacen pero que requieren una tarjeta o una aplicación propia, hasta otras que funcionan solo cuando está abierto el establecimiento encargado de activar de forma manual la misma. Algo que el conductor muchas veces no sabe hasta llegar al lugar buscando una carga.
Y es que en ocasiones incluso planificando el viaje, el conductor del coche eléctrico se encuentra con problemas inesperados que hacen que los planes se vayan al traste.
Es por eso que desde algunas asociaciones de conductores, como la del Reino Unido, se pide a las administraciones públicas que tomen cartas en el asunto. Se solicita que los gobiernos redacten una normativa que regule el funcionamiento de estas redes de carga, ya que de lo contrario se corre el riesgo de que este factor ralentice la expansión de las ventas de coches.
Se pide a los operadores que pongan en marcha sistemas de interoperabilidad y de esa forma facilitar la vida de los conductores de vehículos eléctricos. Una situación que hasta ahora no ha preocupado muchos a los primeros propietarios que se caracterizan por su entusiasmo con la tecnología, pero que si tendrá mayor impacto cuando las ventas se amplíen a otro tipo de cliente.
También se pide que las empresas informen de una forma más rápida de los problemas de funcionamiento de sus puntos, y además que aumente la transparencia en cuanto a las tarifas de carga.
Se propone que la administración pública regule el mercado obligando a los operadores a funcionar bajo un mismo sistema de activación y pago, todo en caso de que las conversaciones entre las diferentes empresas que forman el sector no logren un rápido acuerdo para compartir el acceso a sus redes.
Un mercado del coche eléctrico que está creciendo con fuerza en Europa, con un primer semestre donde las matriculaciones han crecido un 34.3% con una cuota de mercado del 4.7%. Una dinámica que se espera permita alcanzar unas ventas de 550.000 coches eléctricos puros en este año. Un número que crecerá hasta el millón en 2021, 1.25 millones en 2024, y 1.6 millones al año en 2025.
Una tendencia de la que dependerá en gran medida de la marcha de la expansión de las redes de recarga que parecen ir en la buena dirección, pero que como vemos tiene retos por superar que parece no están siendo tratados por los operadores dedicados únicamente en lograr captar los mejores espacios para sus puntos, aunque luego estos tengan un mal funcionamiento o para su activación haya que hacer un conjuro mágico.
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