La Universidad de Northwestern, Illinois, ha publicado un interesante estudio en el que analiza el impacto que tendría para los países la implantación del coche eléctrico en nuestras carreteras, y los beneficios en reducción de emisiones que tendrá como consecuencia un importante ahorro económico para las arcas públicas en diferentes apartados.
La idea del estudio es saber las consecuencias de una expansión de la movilidad eléctrica en lugares como Estados Unidos, y para ello se ha usado un modelo teórico que ha combinado el datos climáticos con los de salud pública, todo para evaluar el impacto económico que tendría una mayor implantación de los sistemas de transporte eléctricos en la vida y economía del país.
Para el estudio, el equipo encargado del mismo analizaron una flota de vehículos y los datos de emisiones de año 2014. Si el 25% de los conductores estadounidenses adoptaron vehículos eléctricos en 2014, y la energía necesaria para cargar sus baterías procediese de las fuentes energía disponibles ese año, entonces incluso con una baja implantación de las renovables se habrían ahorrado la emisión de 250 millones toneladas de emisiones de dióxido de carbono.
También se añade que aunque normalmente se habla de las emisiones de CO2, desde el estudio recuerdan que del tubo de escape de los vehículos salen otros contaminantes nocivos. Gases y partículas que pueden desencadenar una variedad de problemas de salud, como asma, enfisema, bronquitis crónica y, en última instancia, muerte prematura.
El estudio ha estimados dos escenarios. Uno donde los coches eléctricos habrían logrado una cuota de implantación del 25%, no de ventas sino de coches circulando por las carreteras, y que supondría un ahorro de unos 17.000 millones de dólares al año en gastos relacionados con la contaminación y los daños provocados por el cambio climático. Una cifra que no tiene en cuenta el ahorro económico de sustituir los combustibles fósiles por electricidad que sin duda dispararía la cifra.
En el segundo escenario los responsables del estudio han ido más allá estimando una implantación del 75% de los vehículos, al mismo tiempo que se avanza en alimentar estos mediante una mayor cuota de las energías renovables. Un escenario donde estiman que sólo el ahorro en gastos provocados por la contaminación del tráfico y el cambio climático llegaría a los 70.000 millones anuales solo para Estados Unidos.
Pero más importante es la parte en la que hacen una estimación del ahorro en vidas relacionado con la reducción de las emisiones. Según el informe, la electrificación del transporte en los Estados Unidos podría prevenir cientos o miles de muertes prematuras cada año.
Esto pone sobre la mesa el potencial de las soluciones que nos ayudan a luchar contra el cambio climático que no solo frenan las emisiones de gases de efecto invernadero, sino que también reducen el impacto en la salud de las personas provocada por la contaminación atmosférica.
Una de las conclusiones de este estudio es que los vehículos eléctricos y la generación de energía renovable no solo reduce los gases de efecto invernadero, sino que salva vidas. Si a esto le añadimos la reducción del impacto ambiental por las menores emisiones, incluyendo el grave daño del transporte de petróleo e hidrocarburos, y la mayor eficiencia de los sistemas eléctricos, el resultado es que la adopción de la movilidad eléctrica debería ser una prioridad para los estados que lograrán reducir sus emisiones, al mismo tiempo que salvan vidas y ahorran decenas de miles de millones de euros cada año en gastos relacionados con el impacto de las propias emisiones.
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Fuente | Northwestern
