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Las baterías recicladas de los coches eléctricos podrán satisfacer las necesidades mundiales de almacenamiento en 2030

Con el incremento exponencial en la producción de coches eléctricos, aumentará también de forma drástica el número de baterías a reutilizar a medio y largo plazo. Una alternativa que permitirá dar una nueva vida en sectores como el almacenamiento de las redes eléctricas que según un informe podrá satisfacer al 100% sus necesidades con este tipo de baterías en apenas 10 años.

Como recordamos, la batería de un coche eléctrico tiene una vida útil determinada por los ciclos de carga y descarga, así como condicionantes como el uso de recargas rápidas, las condiciones de calor y el sistema de refrigeración. Pero lo habitual es que su capacidad después de entre cinco y ocho años mantengan entre el 70 y el 80% de su capacidad original.

A partir de ahí muchos clientes optarán por cambiar de batería, o de vehículo, lo que supondrá un verdadero aluvión de baterías usadas que llegarán al mercado con todavía una parte de su capacidad de almacenamiento intacta. 

Un informe publicado por Greenpeace muestra que la reutilización de las baterías de litio retiradas de los vehículos eléctricos podría satisfacer las necesidades de almacenamiento de energía del mundo ya en 2030, resolviendo. Algo que supondrá un enorme ahorro económico y la emisión de millones de toneladas de CO2 a la atmósfera cada año.

Uno de los retos será la cuestión de los materiales. La dependencia de componentes como el cobalto, níquel o el litio, pondrá el peligro la economía de los países que más dependerán de esta industria, como China, Corea del Sur y Japón, encargados del 85% de la capacidad mundial de baterías.

Es por eso que ponen sobre la mesa la urgente necesidad de desarrollar una potente industria del reciclado de baterías, que permita recuperar la mayor parte de sus componentes cuando ya no tengan capacidad para ser usadas en el transporte o en sistemas de almacenamiento estacionario.

Y es que el reto que viene por delante para alimentar la demanda creciente de baterías será monumental. Según Greenpeace, se extraerán 10,35 millones de toneladas de litio, cobalto, níquel y manganeso. Esto dará como resultado una producción global de baterías que será 29,7 veces mayor que la acumulada en 2018, y entre 2021 y 2030, la producción de baterías gastará el 30% de las reservas probadas de cobalto del mundo.

Por lo tanto, el informe indica la importante necesidad de promocionar e incentivar el reciclado y reutilización de estas baterías que consumirán enormes cantidades de recursos finitos y costosos, con industrias como las baterías en sistemas de almacenamiento, que el informe apunta a que podrán llegar a cubrir todas las necesidades mundiales de almacenamiento para 2030 con unos 368 GWh de capacidad.

Un sector que además tendrá un importante aspecto ambiental. Se estima que la reutilización de baterías de vehículos eléctricos podría reducir las emisiones de CO2 en más de 63,34 millones de toneladas. Una cantidad igual a la cantidad de carbono almacenado en un tercio de toda la cobertura forestal de China.

Ibil e Irizar reutilizarán las baterías de los autobuses eléctricos como respaldo en los puntos de recarga rápida

Pero también será un sector económicamente dinámico. Según las estimaciones, el mercado de la reutilización de baterías procedentes de coches eléctricos moverá unos 15.000 millones de dólares cada año para 2030. Algo que sin duda atraerá muchas inversiones que buscarán explotar este interesante nicho.

Un aspecto donde jugará un papel clave el posicionamiento de los gobiernos, que deberán redactar normativas que incentiven la reutilización y reciclado de baterías antes de que esta oportunidad económica e industrial se convierta en un problema ambiental y de recursos.

Y es que las aplicaciones de las baterías reutilizadas son interminables, desde servir de respaldo a las energías renovables, de apoyo a la red para cubrir picos de demanda, pasando como apoyo a las instalaciones solares residenciales, e incluso como respaldo para las nuevas tecnologías como el 5G, principalmente en zonas aisladas.

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