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Según el MIT, las baterías reutilizadas de los coches eléctricos podrán durar más de 10 años de respaldo en los parques fotovoltaicos

La llegada de las baterías de respaldo está teniendo un gran impacto en industrias como las energías renovables. El poder dar estabilidad a la red y compensar la intermitencia de fuentes como la eólica y la solar abre grandes posibilidades que se multiplican gracias a la llegada de millones de baterías procedentes de los coches eléctricos que van terminando su vida útil.

Y es que aunque la batería ya no ofrezca suficiente autonomía para su uso en un vehículo, eso no quiere decir ni mucho menos que no tenga aplicaciones. Ahí es donde entran en juego las energías renovables que según el MIT, serán unas de las grandes beneficiadas de esta tendencia.

Unas de las cuestiones es la poca información del rendimiento de las mismas a largo plazo. Algo que frena muchos proyectos y donde quiere poner el dedo el último estudio del Instituto que busca conocer cuál será la duración de un grupo de baterías respaldando una instalación fotovoltaica.

El MIT ha lanzado unos modelos matemáticos predictivos para comprobar el rendimiento durante 10 años de una granja solar estándar de 2.5 MW, que estaría respaldada por una instalación de baterías reutilizadas procedentes de coches eléctricos. Unos cálculos que tienen en cuenta la tecnología actual de almacenamiento, y no estima el impacto que tendrán las nuevas químicas que llegarán en los próximos meses con unas vidas útiles que multiplicarán las actuales.

Según el estudio, una batería con una capacidad del 70% podría llegar a durar más de 10 años en una instalación fotovoltaica de esta potencia. Algo que supondría compensar el sobre coste de añadir baterías lo que convertiría la operación en rentable para los operadores.

Pero para lograr estas cifras desde el MIT se indican que las baterías tendrán que cumplir con dos requisitos. Por un lado que el coste de las mismas sea un 60% el precio original a estrenar. Algo que sobre el papel parece fácil de cumplir ya que una vez terminada su vida útil en un vehículo los fabricantes suelen vender bastante barato este componente, teniendo en cuenta sus costes cuando son nuevas.

La segunda condición es que la carga de dichas baterías tendrá que mantenerse dentro de unos márgenes muy conservadores, con una carga máxima del 65%, y nunca bajar del 15%. Algo que limitará su uso y obligará a instalar mayores capacidades.

Pero desde el MIT se indica que cumpliendo esas dos reglas, un pack de baterías podrá durar más de una década trabajando como respaldo de un parque fotovoltaico medio, garantizando por adelantado la rentabilidad de estas granjas solares que podrán encontrar más fácilmente los fondos para ponerse en marcha.

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Por supuesto, el estudio es teórico, ya que no tiene en cuenta que normalmente para que una batería llegue al mercado de segunda mano tiene que contar con una degradación mucho mayor del 20%. También habrá que tener en cuenta lo comentado de que las nuevas químicas tendrán un efecto en esta degradación, lo que se traduce en que en las próximas generaciones de vehículos los nuevos modelos podrán recorrer cientos de miles de kilómetros sin apenas pérdida de capacidad en su batería, lo que supone que estas llegarán al final de la vida útil del vehículo con cada vez mayor capacidad útil.

Por último también está la constante mejora de la densidad energética de dichas baterías, que facilitará mantener la capacidad de carga siempre en un nivel óptimo para dichos acumuladores, lo que alargará todavía más su uso tanto en los vehículos, como posteriormente como respaldo de la red eléctrica.

Una duración de «décadas» que sin duda será un poderoso atractivo para los inversores de cara a la expansión de las energías renovables, que podrán dar saltos importantes en su competitividad según desembarcan las baterías que dejan de tener uso en los vehículos eléctricos.

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Fuente | MIT

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