Aunque aquí lo sabemos hace muchos años, algunos se han dado cuenta ahora de la importancia de atraer la producción de baterías para coches eléctricos. Un nicho de mercado hasta ahora minoritario y desconocido en nuestro país donde solo conocíamos las iniciativas de los fabricantes asiáticos. Pero ahora Europa está apostando fuerte por un apartado estratégico de enorme valor añadido, pero que está implantando la mayor parte de sus principales fábricas en el centro e incluso el norte de Europa.
Y es que mientras aquí se habla de que podría llegar una fábrica a Cataluña ocupando la actual instalación de Nissan o una construcción en la planta de SEAT, además de la anunciada instalación de Extremadura, en ya se están levantando grandes instalaciones con capacidades de unos cuantos GWh.
Son dos los factores que está provocando que estas inversiones esquiven nuestro país. Una de ellas es la situación de las fábricas de coches. La mayor parte de las más importantes por volumen están situadas en Alemania. Por lo tanto a pesar del elevado coste en aspectos como el suelo, los impuestos, mano de obra o coste energético, deciden implantarse cerca de los centros de producción como una fórmula de ahorro en logística y tiempo.
La cuestión es que esto entraría dentro de lo normal dentro de una industria europea dominada por Alemania y Francia, que en plena crisis han decidido que las inversiones se centren en sus respectivos mercados. Pero es que estamos siendo testigos como muchas iniciativas de producción de baterías se están marchando a lugares hasta hace poco impensables para estas labores como Noruega y Suecia.
Noruega es famosa por haberse convertido en la verdadera referencia en implantación de coches eléctricos por habitante. Un sector que en 2020 acumuló en 54% del total de ventas de coches logrado gracias a una combinación de apoyo político gracias a los incentivos, altos precios de los combustibles, y amplia red de carga. Algo que ha provocado no sólo una fuerte implantación, sino también la creación de un marco atractivo para formar trabajadores en el sector.
Una inversión que ahora el gobierno de Noruega quiere que permita a su país dejar de ser solo comprador, y convertirse también en productor de componentes gracias al atractivo marco legal e industrial que ha diseñado el gobierno.
Uno de los proyectos más interesantes lo está llevando adelante la empresa noruega Freyr AS, que recientemente ha confirmado los planes para levantar instalaciones de producción de baterías que llegarán a una capacidad total de 43 GWh. Suficientes para producir más de 800.000 packs de baterías de 50 kWh cada año.
En cuanto a sus vecinos suecos, estos tienen en marcha una enorme iniciativa promovida por la compañía Northvolt, y que ya tiene en un avanzado nivel de construcción una planta que contará con otros 40 GWh de capacidad máxima que además de coches, también atenderá los pedidos de sectores como el marítimo. A estos se añadirá un nuevo proyecto de la compañía noruega Morrow Batteries, que espera tener una planta de producción de baterías en el sur de Noruega lista para 2024.
Entre las tres iniciativas, y que no serán las únicas, lograrían una capacidad suficiente para suministrar entre 1.5 y 2 millones de baterías cada año. Una cifra que podemos comparar con los 2 millones de coches que se han fabricado en España en 2020.
La pregunta es por qué las inversiones se van a zonas habitualmente poco susceptibles de lograrlas. La respuesta está en un bajo coste de la electricidad de estas regiones. La red eléctrica tanto en Noruega como en Suecia cuenta con una casi total implantación de las energías renovables, como la hidroeléctrica o eólica, así como aquellas sin emisiones directas como la nuclear. Algo que permite que países con un elevado nivel de vida, tengan un coste energético inferior al nuestro.
Un aspecto clave en sectores electrointensivos como la producción de baterías, a lo que podemos sumar el aspecto de la sosteniblidad o su implicación publicitaria para las marcas de coches. Y es que cada vez más fabricantes están anunciando planes de descarbonización de la producción de sus vehículos y toda su cadena de valor. Algo que incluye a la producción de baterías que tendrá que ser libre de emisiones en pocos años.
Como ejemplo de esto está el último análisis de Bloomberg Energy, que estima las emisiones de la fabricación de una baterías de litio de 100 kWh en 2,3 toneladas métricas de CO2 si se utiliza el mix de Alemania, mientras que de producirse en Suecia la cifra baja a solo 0.1 toneladas métricas.
Aspectos que están provocando la búsqueda de las denominadas «baterías verdes» que han sido producidas en lugares con una fuerte implantación de las renovables, algo que cumple España, pero como hemos visto es necesario una mayor implantación y una rebaja de los costes energéticos para lograr atraer nuevas inversiones.
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