Actualmente estamos acostumbrados a que nuestros coches estén parados cuando no los estamos usando -ni los está conduciendo nadie más-. Ese paradigma puede cambiar con los coches autónomos, porque una vez que nos han dejado en nuestro destino pueden marcharse a otro lugar a aparcar, o pueden recaudar dinero trabajando como robotaxis.
La tecnología permitirá a corto o medio plazo que el servicio que prestan los taxis y los VTC sea realizado por inteligencias artificiales, lleven persona de un sitio a otro en las plazas traseras, y proporcionen una ganancia al dueño del vehículo. Esto será así siempre y cuando exista un encaje legal para ello. Por ejemplo, eso en España no sería posible con la legislación actual, o es un autotaxi o un VTC, ambas cosas requieren licencia (y conductores). Aparte, habría que mirar los impuestos…
Durante la última conferencia con inversores Elon Musk se refirió a este tema: «Muchos coches se encuentran en aparcamientos, así que gastamos dinero por tenerlos ahí. Podemos deshacernos de los aparcamientos con coches que están en marcha todo el trato». Esto implica que el sistema FSD, cuando esté en una versión definitiva, podría transportar gente con excedentes de batería para ganar dinero -o recuperar parte del coste del coche-.
Para evitar que estos coches empiecen a provocar problemas de tráfico y se llegue a un nivel elevado de saturación, la salida está en que esos coches se desplacen rápidamente por la ciudad pero no provoquen más tráfico. Esto nos suena de algo, son los túneles de The Boring Company -que también dirige Musk- que transportan en plataformas automáticas a los coches a gran velocidad por el subterráneo urbano.
En la actualidad solo hay un túnel de esta empresa funcionando y está en Las Vegas. Su longitud es de apenas 2,73 kilómetros, pero el condado de Clark ha aprobado una red de túneles de casi 50 kilómetros que conectará 51 puntos de la ciudad. También se está analizando un túnel en Fort Lauderdale (Florida). Todo esto se hará a una velocidad muy superior a la del tráfico rodado, y a un coste más alto, evidentemente.
Por ejemplo, el trayecto del aeropuerto McCarran al Centro de de Convenciones de Las Vegas dura solo 5 minutos, casi 8 kilómetros y 10 dólares de tasa. La velocidad media de 90 km/h o más rara vez se puede conseguir en una ciudad salvo en videojuegos. La parte de la historia que no termina de encajar es que este aumento de costes vaya a ser asumido por los viajeros, especialmente los que quieren moverse por menos de lo que le costaría un taxi o el transporte público.
Ahora bien, queda una arista por explorar, la de la seguridad. En teoría, la conducción autónoma añade seguridad porque los conductores artificiales cometen muchos menos errores y no integran emociones en la conducción. No tienen sueño, no se distraen, no se pican con otros vehículos… tratan de llegar de la forma más eficiente y cumpliendo todas las normas de tráfico.
Podría tener sentido pagar un diferencial de precio para aquellos que prefieran moverse de forma más segura, esto es, en coches modernos y con un conductor presumiblemente más seguro que un humano, lo que dejaría a los taxis y a los autobuses en un escalón inferior… hasta que los vehículos de servicio público también estén conducidos por inteligencias artificiales.