El Ministerio de Industria ha confirmado que ayer jueves se han dado por terminados los 10 millones de euros habilitados para la ayuda a la compra de coches eléctricos en España.
Un presupuesto que apenas han durado cinco meses, y que hasta el pasado mes de septiembre han permitido matricular un total de 900 vehículos, dos tercios han sido turismos, de los cuales un 62% fueron a manos de empresas, y el resto a particulares. Unas ventas que se han concentrado en apenas mes y medio, donde se han consumido la mitad de las ayudas.
Ahora se abre un nuevo periodo de oscuridad, donde es de esperar que las ventas caigan de forma importante por la ausencia de incentivos. Un periodo que se espera vuelva a retomar su pulso a principios del próximo año, donde el plan estará activo desde el 1 de enero. El principal problema es que la dotación para 2015 será inferior, sólo 7 millones, y además este presupuesto tendrá que repartirse con otras tecnologías como el GLP o el hidrógeno.
El resultado será que a pesar del potencial de crecimiento, la absurda costumbre de redactar proyectos a corto plazo que tenemos en España no hará más que limitar la expansión del coche eléctrico en un país donde se dan cita dos aspecto que deberían convertirlos en prioritarios, la fuerte dependencia energética exterior, y el enorme potencial en energías renovables.
La única esperanza es que al igual que sucede con el Plan PIVE, el Movele también sufra ampliaciones sobre la marcha, aunque aquí los fabricantes no están tan unidos a la hora de «animar» al gobierno para que aumente la dotación como si lo están para el comentado PIVE.
