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ING dice que en 2035 el coche eléctrico ocupará el 100% de las ventas en Europa. Peligros para los fabricantes locales por su baja competitividad

El banco holandés ING acaba de presentar un informe relacionado con la evolución del mercado del automóvil en Europa. Un mercado que en los próximos 20 años vivirá una fuerte y profunda transformación, donde los sistemas diésel y gasolina dejarán paso a los eléctricos. Pero este informe también pone sobre la mesa los riesgos para la industria de la fabricación de vehículos en nuestro continente, amenazados por la invasión de los fabricantes americanos y asiáticos.

Para 2035, ING predice que el 100% de las nuevas ventas estarán protagonizadas por coches eléctricos. Esto se deberá principalmente a la bajada de los precios de las baterías, al impulso desde el sector público con ayudas y medidas contra los motores de combustión, y por la bajada de los precios de los vehículos impulsada por la economía de escala.

Este informe es muy más agresivo que otros que hemos visto recientemente, como el publicado por la empresa eléctrica británica National Grid, y que hemos visto esta misma semana. En este se indicaba que para 2050 las ventas de coches eléctricos ocuparían el 90% de las ventas.

Para ING, entre los años 2017 y 2024, el coche eléctrico poco a poco se irán convirtiendo en la elección más racional para los clientes. Todo gracias al incremento de su autonomía, la bajada de precios, y el aumento de la red de recarga pública.

La clave, además de la autonomía serán los precios. Para marcas como Renault, en 2020 los modelos eléctricos podrán igualar a los diésel o gasolina. Por su parte desde ING indican que esto no sucederá hasta 2024, y además añaden la variable no sólo del precio, sino también del coste operativo. Por su parte Bloomberg indican que la paridad se producirá en 2025.

Otro de los aspectos que frenan al coche eléctrico es el miedo a quedarse sin carga. La famosa Range Anxiety, que según el informe desaparecerá a partir de 2020. Esto será gracias a una red de recarga que contará con un punto al menos cada 160 o 240 kilómetros, y que se sumará a unas autonomías que llegarán según el informe, a los 600 kilómetros.

Pero no todo son buenas noticias, al menos para la capacidad industrial de Europa. La cuestión es que ING ve peligros en la lenta adopción de los fabricantes del viejo continente, que serán superados por sus rivales americanos y asiáticos. Unos competidores que empuñarán la ventaja lograda en el desarrollo y producción de baterías y motores eléctricos, frente a unos europeos que se han conformado con la compra de las mismas a terceras empresas. Una pérdida de competitividad que puede ser muy peligrosa.

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Fuente | ING

 

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