Alemania pide imponer niveles de emisiones más exigentes en Europa para favorecer las ventas de coches eléctricos
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Publicado: 08/06/2018 13:22
Realmente sorprendentes las declaraciones del Ministerio de Medio Ambiente de Alemania, que ha realizado un informe que pide a Europa endurecer las nuevas normativas sobre emisiones contaminantes en los coches y los vehículos industriales. Unos niveles que pide se reduzcan para 2030 comparados con los objetivos de 2021.
En esta propuesta se expone la idea de recortar de forma ambiciosa los niveles de contaminación máximos permitidos a turismos y comerciales ligeros de un 25% para 2025, y no el 15% que hay establecido en la actualidad. Algo que crecería hasta el 50% para 2030.
Lo llamativo de la petición es que esta tenga su origen en Alemania. El epicentro industrial del vehículo con motor de combustión, y uno de los que más presionan a Europa para no imponer límites de emisiones demasiado duros. Todo con el objetivo de proteger a una industria que hasta el momento ha dado pasos muy tímidos en la adopción de nuevas formas de movilidad.
El objetivo del informe es indicar que para acelerar la implantación del coche eléctrico, son necesarias políticas más agresivas en cuanto a límites de emisiones. Unas normas que obligan a las marcas a invertir más dinero en el desarrollo de nuevas motorizaciones menos contaminantes, convirtiendo en una alternativa más razonable a nivel económico apostar por los sistemas eléctricos.
También ayuda a que los precios de los vehículos se acerquen. Y es que si un coche diésel es cada vez más caro de producir, también será más costoso de adquirir. Mientras los eléctricos seguirán una tendencia inversa gracias a la economía de escala que reduce cada año el coste de sus componentes.
Pero para ello hace falta un compromiso político que de momento no se está produciendo en una Europa que continúa con unos objetivos bastante modestos. Por ejemplo, en 2020 entrará en vigor la nueva norma que establece un máximo de 95 gramos de CO2 en la gama. Esto quiere decir que aquellas marcas que no cumplan con esa cifra, tendrán que pagar una sanción de 5 euros por el primer gramo y coche, y 15 euros por el segundo. Esto significa que un fabricante que ponga en la calle un millón de unidades, tendrá que afrontar una sanción mínima de unos 190 millones de euros.
Por otro lado un fabricante que ponga en la calle un modelo con una tasa de emisiones de 50 gramos o menos, recibirá los Supercréditos. Estos tendrán un carácter temporal y decreciente, con una valor de dos coches para 2020, 1.67 coches para 2021, y 1.33 coches para 2022, todo con un límite máximo para el uso de Supercréditos de 7.5 g/km combinado.
El problema es que en Europa las mediciones del consumo y emisiones, a pesar el final del espantoso NEDC, siguen siendo algo laxas. Esto facilitará el cumplimiento de las normas sin enormes esfuerzos incluso a las marcas sin presencia de coches eléctricos en su oferta. Todo gracias a un pequeño truco implementado por supuesto a petición de Alemania.
El truco está en el uso de los híbridos enchufables. Una tecnología que servirá a las grandes marcas alemanas a cumplir sin preocupaciones las nuevas normas, y seguir de esa forma vendiendo coches diésel o gasolina. Incluso aunque sus ventas sean testimoniales. Simplemente tienen que tenerlos en la oferta.
El ejemplo de China
Y es que a pesar de que la propuesta del Ministerio de Medio Ambiente de Alemania es digna de destacar, sigue cojeando en su concepto. Los fabricantes no tendrán más que modificar su oferta añadiendo coches eléctricos o enchufables, sin necesidad de gastar apenas en desarrollo ni en publicidad para su venta, ya que no les importa no venderlos.Pero eso no pasará en China. Allí el gobierno comunista pondrá en marcha ya en 2019 un sistema de cuotas. Mediante el mismo, la marcas básicamente tendrán que lograr alcanzar unos mínimos niveles de ventas de sus coches híbridos y eléctricos cada año. En caso contrario afrontarán fuertes multas, e incluso pueden perder la licencia para operar en China. Algo que ha motivado la aceleración de las inversiones de los grandes grupos europeos en aquel mercado, y que disparará la oferta ya para el próximo ejercicio.
Una oferta que de momento no llegará a Europa, ya que nadie les obligan a ello.