Según el Parlamento Alemán, el 25% de los empleos en la fabricación de coches en Europa estarán en peligro si se importan vehículos eléctricos en vez de producirse de forma local

Según el Parlamento Alemán, el 25% de los empleos en la fabricación de coches en Europa estarán en peligro si se importan vehículos eléctricos en vez de producirse de forma local

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Publicado: 23/08/2018 12:02

En los últimos años estamos viendo como la apuesta del gobierno chino por las nuevas formas de movilidad, como los coches eléctricos, choca con la apatía con la que se está tomando este asunto en Europa. Algo que los últimos estudios indica que supone un grave riesgo para la industria europea que se ve amenazada por el desvío de inversiones incluso de los fabricantes europeos hacía el gigante asiático.

En su último informe, el grupo parlamentario de los Verdes en el Parlamento alemán ha analizado los diferentes estudios realizadas precisamente con la dinámica de las inversiones de las mercas europeas de producción de coches. Y la conclusión es bastante preocupante. Y es que una buena parte de la inversión de estas marcas para el desarrollo de nuevos vehículos está siendo enviada a China.

Según el informe, si se mantiene esta dinámica, para 2030, una cuarta parte de los puestos de trabajo en la fabricación de automóviles en Europa estaría en riesgo si se importan vehículos eléctricos y no se producen aquí.

Y es que ya no estamos hablando sólo de la posible invasión china con productos competitivos y de bajo coste. Sino que hablamos también de que las marcas europeas producirán sus coches eléctricos en China, y los exportarán a Europa. Algo que sin duda supone un grave riesgo para una de las industrias clave del viejo continente.

Según los datos de la Organización de Transport & Environment (T&E) que ha examinado la distribución de fondos entre las empresas, los fabricantes europeos invirtieron 21.700 millones de euros en China el año pasado, en comparación con solo 3.200 millones de euros en Europa.

Esto ha provocado la reacción de algunos políticos, como la líder del Partido de los Verdes de Alemania, Annalena Baerbock, que ha indicado que este informe ha sido una alarmante llamada de atención para la industria europea. Además ha culpado al actual grupo de gobierno de ir contra la tendencia mundial hacía los vehículos eléctricos, creando un muro de protección para la producción de modelos diésel y gasolina en Alemania, intentando extender en la medida de lo posible su producción.

Para la Sra Baerbock, la cuestión no es sólo ya decir adiós al motor de combustión, sino comenzar a tiempo la transición hacia formas más sostenibles que permitan mantener el grueso de los puestos de trabajo del futuro en Alemania.

Por supuesto, las marcas europeas están dando pasos para aumentar su capacidad de producción en nuestro mercado. Pero las cifras no parecen del todo ambiciosas. Por ejemplo Renault destinará 1.000 millones confirmados por Renault para aumentar la capacidad de producción de sus plantas de Francia. Por su parte Volkswagen ha confirmado la misma cifra para sus instalaciones de Zwickau. Daimler ha dotado ya 500 millones de euros a la fábrica de Hambach, mientras que BMW ha inyectado 300 millones adicionales para acelerar el ritmo de producción de las líneas del i3 en Leipzig.

Cifras que palidecen con los números que algunas de estas marcas están enviando a China. Por ejemplo, Volkswagen invertirá 10.000 millones de euros en una empresa conjunta con una marca local. Nissan, Daimler, Volvo, Ford y las marcas francesas también están destinando enormes sumas de dinero para aumentar su capacidad de producción en las plantas chinas.

Una tendencia que atiende principalmente al empuje del sistema de cuotas que ha impuesto China, y que a partir de 2019 obligará a las marcas que operen en este mercado a alcanzar una cierta cantidad de vehículos eléctricos cada año. Es por eso que desde los grupos de presión se indica la situación no es irreversible, y si las marcas europeas realizan un mayor esfuerzo en nuestro mercado, se podrían no sólo salvar los actuales puestos de trabajo, sino también crear 200.000 nuevos empleos relacionados con las nuevas formas de movilidad.

Opinión

Por supuesto los datos procedentes de los grupos de presión, como la propia Transport & Environment, hay que tomarlos con cautela, pero la realidad es que la situación para Europa puede llegar a ser catastrófica si se confirma que no sólo será un terreno de fácil entrada para los vehículos japoneses, con los que Europa ha firmado un acuerdo de libre comercio, sino que además esto se puede extender a los modelos llegados de China. Y no sólo por parte de las marcas asiáticas, sino para mayor preocupación también de las propias europeas que encontrarían un escenario mucho más propicio para lograr economías de escala mucho más robustas de las disponibles en Europa.

Algo de lo que dependerá en gran medida la actitud de las administraciones públicas, sobre todo del gobierno de Alemania, que tiene en sus manos el soltar las riendas del motor de combustión, y empujar a sus marcas hacia la nueva era del automóvil. O por lo contrario seguir protegiendo a sus marcas, y seguir exprimiendo unos motores centenarios unos años más hasta el colapso total.

¿Y qué debería hacer Europa?. Está claro que seguir los modelos de éxito. En este caso el chino. Por desgracia las marcas europeas han demostrado que no están preparadas para dar el gran salto, lo que les tiene paralizados en su modelo actual. Hay que presentar resultados en cada ejercicio, y nadie quiere ser el primero en poner sobre la mesa un proyecto de electrificación total que suponga años de pérdidas y de inversiones.

Es por eso que Bruselas debería comenzar a preparar con carácter de urgencia una normativa que ponga en marcha la cuenta atrás para el final de las ventas de coches con motor de combustión, y facilitar de esa forma los movimientos transformadores dentro de los grandes grupos. Unos cambios que hasta ahora han sido silenciados precisamente por la imperiosa necesidad de generar beneficios a corto plazo, y que tienen en la legislación un catalizador fundamental para iniciar una transformación real.

Via | Welt

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