El otro día me he encontrado de nuevo con un caso realmente llamativo, y no es la primera vez que me lo cuentan. Se trata de aquellas compañías que entregan a sus empleados un coche para sus desplazamientos tantos laborales, como también para los personales del día a día. Un coche de empresa. La cuestión es que cada vez más optan por los híbridos enchufables gracias en gran parte a que están dotados de la etiqueta Cero Emisiones que entrega la DGT, y que les permite acceder a zonas restringidas de algunas ciudades.
El gran problema es que este formato está viciado, ya que estos empleados además del coche tienen pagado también el combustible. El resultado, que muchos nunca recargan sus vehículos ni instalan un punto de carga en sus viviendas ya que de esa forma tendrían que abonar ellos parte de los gastos de alimentar ese coche. Una situación totalmente vergonzosa.
Está claro que la DGT tendría que revisar sus calificaciones de los vehículos híbridos e híbridos enchufables. Algo que ya ha sucedido en Holanda hace tres años, cuando las autoridades detectaron que eran muchos los usuarios que nunca recargaban sus enchufables, y que sólo optaban por ellos por las reducciones fiscales de las que disfrutaban. Una picaresca que terminó con dichas ayudas.
Pero esta cuestión también debería ser abordada por las propias empresas, que pueden verse perjudicadas a nivel de imagen de forma muy grave si empiezan a salir estos casos a la luz, ya que están entregando coches que se benefician de las etiquetas Cero, vehículos que normalmente suelen ser grandes SUV con un consumo medio muy elevado cuando no cuentan con el apoyo del motor eléctrico, incluso mayor que el coche que han sustituido en su momento, y que como resultado supone unas mayores emisiones que no les impiden acceder al centro de grandes ciudades como Madrid.
Por ejemplo, si echamos un vistazo a la web que recoge los datos reales de consumo de los usuarios, Spritmonitor, vemos que un BMW X5 enchufable puede llegar a superar los 11 litros a los 100 km. Y eso contando con parte del apoyo del sistema eléctrico. A pesar de esto, disfruta de la etiqueta Cero.
¿Cuál sería la solución’. Una de las alternativas es que los usuarios recibiesen incentivos por parte de la empresa por usar en modo eléctrico la mayor parte del tiempo su vehículo. Algo que favorecería la instalación del punto de recarga en casa, y en el trabajo, que les permitiría llegar al centro con carga suficiente para poder moverse en modo eléctrico. Además la propia empresa podría ahorrar una buena cantidad de dinero al reducir el uso de carburantes.
Otra alternativa sería un cambio en la normativa que supusiese sanciones en caso de entrar al centro de las ciudades sin carga en las baterías. Algo que a nivel práctico sería complejo ya que habría que identificar de forma manual a los vehículos, y comprobar uno a uno su estado.
Pero como todo sabemos que estas dos cosas no sucederán, al final lo más efectivo será retirar esas etiquetas Cero a los vehículos dotados de algún sistema de combustión interna, para de esa forma cortar la picaresca de raíz. Algo que afectará a los que han optado por un híbrido enchufable o un eléctrico con extensor de autonomía, que se verían perjudicados por las malas prácticas de aquellas empresas que se aprovechan de forma torticera de las etiquetas Cero.
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