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Los enormes retos a superar por el hidrógeno verde. Una reducción del 50% del coste de la energía eólica, y un 75% de los electrolizadores

Los últimos meses se han caracterizado por una importante crisis sanitaria y económica, pero también por la mayor concienciación de la población y los gobiernos de buscar una salida más sostenible al sistema actual. Una apuesta por las energías renovables, los coches eléctricos y el cada vez más famoso hidrógeno verde. Aquel que se producirá usando energías limpias. Pero esta alternativa se enfrenta a grandes retos tecnológicos y económicos para pasar de una promesa, a ser una realidad.

De momento la situación parece muy prometedora para un hidrógeno verde que este año ha acumulado nuevos proyectos por valor de mas de 150.000 millones de dólares y unas instalaciones previstas que permitirán desarrollar una capacidad de producción de hasta 70 GW.

El reto es lograr dejar atrás la producción actual que supone su extracción en su mayor parte del gas o el petróleo, el llamado hidrógeno gris, que supone según las estimaciones de la Agencia Internacional de la Energía, unas emisiones de 830 millones de toneladas de CO2 al año.

Existe también una modalidad intermedia denominada hidrógeno azul, producido a partir del gas natural y que elimina las emisiones al capturar y almacenar el CO2 emitido.

Pero la industria trabaja en el santo grial. Esto supondrá extraer hidrógeno del agua mediante electrólisis impulsada por energías renovables. El hidrógeno verde, que también se enfrenta a grandes retos, como por ejemplo un coste que tendrá que situarse según los expertos por debajo de los 1.5 dólares el kilo para ser competitivo frente al carbón, el petróleo y el gas. Un precio que según la Agencia Internacional de Energía (AIE) tiene en la actualidad un precio de unos 6 euros por kilo. 

Para lograr el objetivo, la industria necesitará una importante rebaja de los costes de producción de la energía, así como el de los electrolizadores. Elementos que se encargan de dividir el agua en hidrógeno y oxígeno.

Según la Agencia de las Energías Renovables de Australia (ARENA) los costes de la energía renovable deben caer al menos un 50%, y los precios de los electrolizadores tendrían que reducirse un 75% para cumplir con ese objetivo.

A esto se añade el problema del transporte del hidrógeno en largas distancias. En el caso de España, el objetivo es convertir el país en una potencia exportadora de hidrógeno. Pero según los expertos, antes habrá que solucionar importantes retos tecnológicos.

Para enviar hidrógeno líquido, este debe enfriarse a 253 grados bajo cero. Algo que supondrá el desarrollo de costosos sistemas que contarán en 2021 con el primer buque de transporte de hidrógeno licuado del mundo por parte de la japonesa Kawasaki Heavy Industries.

Una alternativa es enviar hidrógeno en forma de amoníaco líquido, que debe enfriarse a 33 grados bajo cero, por lo que la mayoría de los grandes proyectos de exportación de hidrógeno del mundo trabajan en las formas de enviar amoníaco verde. Pero de nuevo los costes suponen una losa a un sistema que requiere más energía para realizar un proceso originalmente ya de por si poco eficiente comparándolo con el uso directo de la electricidad o su acumulación en otros elementos.

Una panacea energética que como vemos tiene enormes retos a superar para lograr no solo convertirse en una alternativa, algo que ya pocos dudan que sucederá, sino hacerlo con un coste competitivo y no ser sólo una opción baja en emisiones, pero con un peaje en forma de precio que pocos estarán dispuestos a pagar.

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