Las razones por qué la movilidad eléctrica debe estar en el corazón de la recuperación de Europa
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Publicado: 25/06/2020 12:10
La movilidad eléctrica sigue siendo una de las mejores soluciones para combatir los desafíos tanto de la crisis económica como también de la no menos peligrosa deriva climática. Como ejemplo, según los diferentes estudio en Europa la movilidad eléctrica creará más de un millón de nuevos empleos hasta 2030 en sectores como la fabricación de vehículos, el despliegue y mantenimiento de las redes de carga, y las cadenas de suministro.
El transporte representa el 23% de las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero, y es también uno de los principales contribuyentes a la contaminación del aire, ya que representa aproximadamente la mitad de las emisiones mundiales actuales de NOX. Un grave problema ambiental y de salud pública que los sistemas eléctricos permitirán solucionar a largo plazo, pero que necesitará una ambiciosa implantación e impulso por parte de las autoridades europeas.
Con unas emisiones procedentes del transporte todavía en fase de crecimiento, se requieren políticas ambiciosas y estímulos económicos para revertir esta tendencia y garantizar una transición rápida hacia una movilidad eléctrica que se acompañe del fundamental despliegue de infraestructura de carga pública.
Las ventajas de la tecnología son claras: se reducen la contaminación y el ruido. La electrificación es según los expertos la forma energética más flexible, eficiente y sostenible para descarbonizar la economía.
Para ayudar a frenar el cambio climático mediante la reducción de emisiones, se necesita una acción integral y rápida tanto a nivel global como regional, pero las ciudades son un buen punto de partida. Los efectos de la contaminación causada por el transporte son especialmente altos en las áreas urbanas, donde un gran número de personas y vehículos se mueven dentro de un pequeño espacio geográfico y donde los puertos a menudo se encuentran.
Más del 80% de las personas que viven en áreas urbanas están expuestas a niveles de calidad del aire que exceden los límites de la Organización Mundial de la Salud, un fenómeno causado por el uso de combustibles fósiles para climatizar edificios, y para alimentar los motores de la mayor parte de los vehículos que circulan por nuestras carreteras. Como ejemplo los terribles datos de Londres, donde según la OMS es una de las 10 principales ciudades del mundo donde las posibilidades de morir por la contaminación del transporte son más altas.
Un nuevo informe de Navigant Research, muestra que el transporte eléctrico en las áreas urbanas sería la mejor manera para lograr cumplir con los objetivos de reducción de emisiones del tratado de París y conseguir lograr un incremento de «solo» 1.5 grados centígrados. Si todas las áreas urbanas electrifican su transporte privado y público, contribuirían con un 28% al objetivo del Acuerdo de París.
Además, este análisis muestra que las mayores reducciones de emisiones procederán de coches y camiones, que contribuyen con 35-60% y 36-48% de las emisiones de transporte respectivamente. Pero para llegar allí, se necesita una fuerte y rápida implantación de la tecnología. Por ejemplo, en el caso de Londres para lograr cumplir con los objetivos de París tendría que lograr una cuota de electrificación de dos tercios de los automóviles de pasajeros, y todos sus autobuses, para 2050. Algo que se traduciría en evitar las emisiones de nada menos que 1.7 kilotoneladas de emisiones anuales de NOX, el equivalente a 5.000 millones de kilómetros conducidos por vehículos diesel.
Una realidad que necesitará un fuerte impulso desde el sector público, que tendrá que liderar esta transición que no sólo nos beneficiará desde el punto de vista de las emisiones, con el impacto en la salud y la correspondiente reducción de los costes médicos asociados a las enfermedades pulmonares, sino también desde el punto de vista industrial y del trabajo que puede convertirse en la punta de lanza de una recuperación que desde todos los sectores se indica debe seguir un camino «verde» pero que choca con una realidad donde nos encontramos incluso dentro de Europa con planteamientos ambiciosos como los de Alemania o Francia, que chocan con otros radicalmente diferentes como el de España, donde incluso se podrán en marcha ayuda a la compra de coches diésel y gasolina.