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La industria del motor en Australia tiene una segunda oportunidad: los coches eléctricos

Este año se cumplirá un lustro desde que cerrase la última gran fábrica de coches en Australia. En el plazo de 10 años la industria del motor australiana se fue a hacer puñetas, ya que la abandonaron todos los fabricantes que quedaban. Primero fue Mitsubishi, luego fueron Ford y Toyota, y la última fue General Motors. Su marca nacional, Holden, se ha quedado como una simple remarcadora de coches importados. No obstante, se fabrican localmente algunos vehículos pesados como camiones.

El mercado australiano no era suficientemente importante ni en volumen (rondando el millón de unidades al año) ni en cuanto a diferenciación, y producir fuera era mucho más barato. Al final, los australianos están comprando coches diseñados para otros países con mínimas adaptaciones. Sin embargo, hay un potencial que puede aprovecharse a medio plazo y recuperar parte del terreno perdido. Y la oportunidad está en los coches eléctricos.

El Instituto Carmichael Centre de Australia ha publicado un informe titulado «Reconstruyendo la producción automovilística en Australia: Oportunidades Industriales en un Futuro Electrificado» firmado por el Dr. Mark Dean, en el que detalla la ventana de oportunidad que podría aprovechar el país para sacar partido de sus recursos minerales -como el litio o tierras raras-, su parque de proveedores existente, o tener fábricas de automóviles cogiendo polvo, además de un cada vez mayor interés del público por la electromovilidad.

Australia cuenta con mucha capacidad de energía renovable instalada

El autor del estudio pone el dedo en el ojo en la parte gubernamental. En su momento las malas decisiones políticas -además de un dólar australiano muy cotizado- espantaron a la industria del motor, y los fabricantes no van a volver por ciencia infusa. «Ninguna nación construye una industria de gran tamaño sin que el gobierno se implique de forma activa», leemos en la web del Instituto.

Australia no se puede limitar a ser un lugar donde se saquen los minerales y otros se dediquen a su procesamiento -convertirlos en baterías- y se forren. La diferencia en el valor añadido de los minerales a tener productos terminados puede ser hasta 20 veces superior. Además, el país cuenta con mucha potencia instalada de energías renovables, lo que facilita las cosas en un futuro descarbonizado.

El informe subraya la necesidad de crear una comisión a cuya mesa se sienten representantes del Gobierno, de la industria y de los trabajadores, y se sienten las bases para tener una industria próspera. En caso contrario, puede perderse una oportunidad única para toda una generación. Ya no es solo la generación de valor bruto, sino generar puestos de trabajo altamente especializados, ser más competitivos en la cadena global de suministros, etc.

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