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Ahora no Permitir

Si Rusia cierra el grifo del petróleo, el barril podría pulverizar todos sus récords y llegar a los 380 dólares

Tanto Estados Unidos como la Unión Europea siguen buscando formas de hacer presión contra Rusia y atacar al régimen de Putin con otras armas, las económicas. Una forma de hacerlo es poner un tope de precios a su petróleo, situación que Moscú podría, en buena lógica, no aceptar. En consecuencia, la producción de barriles de petróleo se reduciría.

Es de primero de Economía que cuando se reduce la oferta, pero no la demanda, el precio de equilibrio se desplaza a niveles más elevados. Analistas del banco JPMorgan han calculado a cuánto podrían llegar los precios internacionales del barril de petróleo si se empieza a cerrar el grifo del petróleo ruso.

En el caso de que Moscú reduzca su producción en 3 millones de barriles diarios, los precios de referencia en Londres -barril Brent- escalarían hasta los 190 dólares. Es un escenario pesimista, pero no el peor, porque si los rusos dejan de producir 5 millones de barriles diarios, entonces el precio del barril se doblaría sobre lo antes previsto: 380 dólares. Su economía podría resistirlo, pero en muchos países del mundo no.

Para entender cómo sería de mala la situación, los precios medios del barril Brent entre 2011 y 2013 estuvieron cerca de los 110 dólares por barril. La espiral inflacionista sería salvaje, porque las refinerías trasladarían esos costes a los surtidores y los impuestos engordarían todavía más la diferencia. Los 3 euros por litro se echarían de menos por económicos.

En marzo de este año Rusia estaba produciendo unos 11,3 millones de barriles diarios, de los cuales 7,1 millones se destinaban a la exportación. Si sacamos de la ecuación las exportaciones a China, principal cliente en ese momento (1,6 millones de barriles), los analistas contarían con un cierre casi total de sus exportaciones, en el peor caso contemplado.

Pasaría algo parecido al gas. Óscar Arce, director de Economía del Banco Central Europeo, declaró que un corte del gas ruso en otoño significaría: «un escenario casi apocalíptico, pero cuya probabilidad, lamentablemente, no es despreciable». En otras palabras, habría que lidiar con estos niveles de inflación otros dos años. En mala hora nos pilla todo esto dependientes de las energías fósiles rusas.

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