A lo largo de este año hemos estado siguiendo los progresos de una interesante iniciativa que ha partido de la Universidad de Harvard, y que supone un enorme avance en el sector de las baterías. Un diseño que ha superado su fase de investigación y desarrollo y que ya encarga por fin su fase comercial.
Y es que la credenciales son muy destacables. Unas celdas de litio-metal que destacan por aspectos como su alta capacidad, densidad energética y larga vida útil donde las primeras pruebas han mostrado datos como que estas han logrado mantener un 82% de su capacidad original después de 10.000 ciclos a 20 C.
Esto último nos indica que esta batería será compatible con recargas ultrarrápidas que le permitirán acceder a potencias más allá de los 400 o 500 kW, lo que supondrá recargar la batería en poco más de 3 minutos. Cifras tras las cuales nos encontraremos unas celdas que podrán resistir el paso de los ciclos sin inmutarse, ya que se estima que su duración con un elevado nivel de retención de capacidad de almacenamiento superará los 20 años.
Una de las calves para esto es un diseño multicapa que evita la creación dendritas de litio a través de descomposiciones localizadas en la capa de electrolito menos estable. Un mecanismo análogo al efecto del tornillo de expansión, mediante el cual las grietas se rellenan mediante descomposiciones generadas dinámicamente que también están bien restringidas, probablemente por el efecto de «anclaje» que inducen las descomposiciones.
Lo mejor de todo sin duda es que además de cifras milagro, esta tecnología ha logrado que la primera empresa que se ha hecho con los derechos para su producción, Adden Energy, una startup con sede en Waltham, Massachusetts, ha confirmado la captación del capital necesario para poner en marcha las primeras instalaciones de producción comercial.
De momento no han confirmado los plazos, pero se espera que una vez terminado el proceso burocrático de la ronda de financiación, la compañía comenzará a preparar la primera línea de producción que debería estar lista en 2023, año donde se validará todo el proceso para iniciar una producción en masa en 2024.
Una tecnología que supone un paso intermedio entre las actuales baterías de litio y el electrolito sólido, que hará de la espera por la nueva generación algo más llevadera con un tipo de batería con elevada densidad energética, pero también con una vida útil a la altura de las más robustas del mercado.
