Coches eléctricos baratos para todos, pero si Europa cumple estas condiciones

No hay nada en firme, pero en Europa hay muchas esperanzas para que se establezca un nuevo reglamento que fomente la producción y venta de los llamados E-Cars, una nueva categoría de vehículos eléctricos inspirado en los "kei cars" japoneses. Así deberían ser.

Coches eléctricos baratos para todos, pero si Europa cumple estas condiciones
Así deberían ser los E-Cars que impulsen la industria automovilística europea.

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Publicado: 15/10/2025 07:30

«Creo que Europa debe tener su propio coche eléctrico», dijo hace no mucho Ursula von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea. Esta frase puede ser más importante de lo que parece y puede salvar a la industria automovilística europea. Un sector que, a día de hoy, no atraviesa su mejor momento: la lenta demanda de los coches eléctricos, las cada vez más abusivas normativas en materia de seguridad y emisiones, la amenaza de los baratos coches eléctricos chinos, los niveles cada vez más escasos de producción en las fábricas europeas…

Demasiados factores negativos para que Europa no tome medidas al respecto. Y si atendemos a lo que hemos leído y escuchado en los últimos meses, puede hacerse realidad más pronto que tarde. La UE necesita una industria del vehículo eléctrico más potente, necesita crear una cadena de producción propia de baterías que reduzca la dependencia de China, más puntos de recarga en las carreteras y coches eléctricos más baratos. Esto último es lo que se persigue con los llamados "E-Cars".

Grupos como Stellantis o Renault llevan pidiéndolo años a la Comisión: una adaptación de los "kei cars" japoneses, unos vehículos con una reglamentación específica, de uso predominantemente urbano, pero con unos estándares de calidad, seguridad y equipamiento más cercanos a los turismos que, por ejemplo, los cuadriciclos. En el país asiático representan el 40% de sus ventas. Entonces, ¿por qué no imitarlo aquí en Europa?

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Europa necesita abrir una línea alternativa de vehículos eléctricos más pequeños, asequibles y fabricados en la región.

«Debemos colaborar con la industria automotriz en una nueva iniciativa para coches asequibles y pequeños», dijo Von der Leyen durante el pasado IAA de Múnich acerca de los E-Cars: «E de ecológico, eficiente y ligero. E de económico, accesible. E de europeo, fabricado aquí con cadenas de suministro europeas». Esas son las condiciones que deberían cumplir este tipo de coches, que tendrán, como todo apunta, una reglamentación especial, eliminando normas que obstaculizan el desarrollo de este segmento.

En esencia, los E-Cars serán coches más sencillos en todos los sentidos; serán menos voluminosos y pesados, con una longitud máxima de 3,8 metros y sin sobrepasar la tonelada; se adaptarán a los usos medios y diarios de los europeos, que se mueven generalmente por el ámbito urbano entre 40 y 80 kilómetros; deben dejar a un lado ciertas obligaciones en materia de seguridad y ADAS («¿para qué quieres una alerta de cambio de carril para ir a buscar el pan en la ciudad?», defienden desde Stellantis); y cómo no, deben ser más baratos, por debajo de los 15.000 euros.

Europa fue la cuna de coches urbanos y pequeños antes de la pandemia, y mucho antes. Como recordó el ex CEO de Renault Luca de Meo, este tipo de vehículos representaban la mitad del mercado europeo en los años 80. ¿En la actualidad? Apenas son el 5%, sobre todo porque es que ya no hay vehículos de tales características. Los futuros Renault Twingo o VW ID.1, los actuales Dacia Spring o Leapmotor T03, son lo más parecido, pero siguen teniendo las mismas imposiciones que cualquier turismo.

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Europa tiene la tarea de establecer unos estándares precisos y unificar el marco regulatorio para que puedan estar al alcance del gran público y para que las marcas dejen de estar tan asfixiadas ante el entorno ultrarregulado en la UE. Los cuadriciclos actuales cuentan con unas limitaciones que les hacen no tan accesibles como cabría esperar, y tampoco es que sean muy baratos.

Y sin olvidarnos del apartado medioambiental: estos coches pequeños no necesitarán una autonomía excesiva. Quizás 150 kilómetros de autonomía sería suficiente para este tipo de vehículos, lo que también favorecerá que las baterías sean más pequeñas y el consumo energético mucho menor. Esto se traduce en el uso de menos materias primas, algo favorable también para el medio ambiente y que debería reducir también la dependencia de Europa frente a China.

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