
Europa estudia imponer un cargador universal para bicicletas eléctricas
Cada vez que compramos una bici eléctrica, nos encontramos con la misma situación, cada una tiene su propio formato en el cable de carga. Una molestia que un grupo de presión está intentando terminar con una normativa que imponga un formato universal.

¿Y si todas las bicicletas eléctricas se recargaran con la misma toma? Esa es la pregunta que están lanzando 19 ONG europeas, que han decidido presionar a Bruselas para poner fin a una situación que empieza a ser insostenible para los usuarios.
La escena es bastante común. El cargador de tu bicicleta eléctrica se estropea, se pierde o simplemente deja de funcionar… y no hay manera de encontrar otro compatible. Cada marca utiliza su propio sistema, con conectores propietarios que no sirven para nada más. El resultado es conocido: cargadores difíciles de encontrar, caros y, en muchos casos, directamente imposibles de conseguir con el paso del tiempo.
Eso es justo lo que quieren cambiar 19 ONG y empresas europeas, que han enviado una carta conjunta a la Comisión Europea para exigir la implantación de un estándar único de recarga para las bicicletas eléctricas y otros vehículos ligeros.
Demasiados cargadores, demasiados problemas
En su escrito, los firmantes alertan de los riesgos derivados de esta falta de normalización. No solo encarece y complica las reparaciones, sino que también puede convertirse en un problema de seguridad. Usar un cargador inadecuado puede dañar la batería, provocar sobrecalentamientos e incluso incendios. De hecho, ya hay usuarios que se han visto obligados a abandonar bicicletas eléctricas en perfecto estado simplemente porque el cargador original había desaparecido del mercado.
Desde el punto de vista medioambiental, el panorama tampoco es alentador. Cada sistema propietario implica más producción, más residuos electrónicos y menos posibilidades de reutilización. Un sinsentido en un momento en el que Europa habla constantemente de economía circular y sostenibilidad.
USB-C, ¿el camino a seguir?

Algunos fabricantes ya empiezan a mover ficha. Marcas como Ampler u O2Feel apuestan abiertamente por la estandarización de la toma USB-C, la misma que ya se utiliza en teléfonos móviles y ordenadores portátiles. Otros actores importantes del sector, como Bosch, prefieren ir con más cautela y no se comprometen por ahora con una solución concreta.
En Bruselas, el debate no es nuevo. Un informe publicado por la Comisión Europea en julio de 2024 reconoce abiertamente que la industria no ha sido capaz de ponerse de acuerdo. El documento habla de una fuerte fragmentación del mercado y deja la puerta abierta a una intervención regulatoria si el sector no reacciona por sí solo.
Las ONG piden que esta obligación de estandarización se incluya en la legislación europea, ya sea a través de la normativa sobre baterías o mediante las reglas de ecodiseño para productos duraderos. El objetivo es claro: facilitar la vida a los usuarios, alargar la vida útil de las bicicletas eléctricas y reducir de forma significativa los residuos electrónicos.

“No es aceptable que algunos consumidores se vean obligados a abandonar bicicletas eléctricas perfectamente funcionales simplemente porque no encuentran un cargador. La ausencia de una norma común genera riesgos de seguridad y una producción innecesaria de residuos electrónicos. Ante la inacción del sector, la regulación ya es imprescindible”, señala Fynn Hauscke, experto del Buró Europeo de Medio Ambiente.
Para muchos usuarios, una norma común sería un antes y un después. Se acabaría la preocupación por perder el cargador, no habría que acumular distintos modelos en casa y sería mucho más sencillo compartir accesorios entre varias bicicletas eléctricas. Además, abriría la puerta a puntos de recarga públicos, algo que ya vemos con total normalidad en los coches eléctricos.
Una recarga más sencilla y accesible podría dar un empujón definitivo al uso diario de las bicicletas eléctricas como alternativa real al coche en ciudad. Ahora, la pelota está en el tejado de la Comisión Europea. Mientras tanto, los usuarios solo pueden esperar que, algún día, cargar una bicicleta eléctrica sea tan fácil como enchufar un teléfono.


