
Primera prueba real del cargador de 1.000 kW de BYD
Varios medios internacionales han probado el nuevo cargador de 1.000 kW de BYD. En solo 6 minutos pueden recuperar más de 500 km de autonomía real. Un test que pone sobre la mesa que no es solo marketing y que los grupos chinos van con todo también en el reto de acercar la carga a los tiempos de repostaje de los coches de combustión.

El sistema de carga ultrarrápido de BYD ha marcado un antes y un después. Principalmente por que no se trata solo de un anuncio a futuro, sino una tecnología ya disponible a nivel comercial en China, y en breve en Europa. Un sistema de 1 MW que ha podido ser probado por los los primeros medios internacionales que han comprobado en primera persona cómo funciona el cargador más rápido del mundo.
Durante una sesión de carga documentada por el canal EV.com, se alcanzaron potencias pico superiores a 1.000 kW, algo que hasta ahora parecía más propio de proyectos teóricos que de una instalación real. El resultado: más de 500 km de autonomía recargados en apenas 6 minutos en una unidad de serie.
BYD Super E: la plataforma que reescribe las reglas

El vehículo utilizado para esta demostración fue el Tang EV. Un SUV eléctrico dotado de una batería LFP de 100 kWh basada en la nueva plataforma Super E de BYD. Esta arquitectura no solo está diseñada para cargar a velocidades extremas, sino también para mantener la integridad de la batería sin necesidad de refrigeración líquida adicional ni soluciones experimentales.
En condiciones reales, bajo temperaturas ambientales de casi 40 grados, el sistema logró mantener una potencia sostenida de carga en torno a 1.000 kW entre el 6% y el 25% de carga. Durante ese tramo, la velocidad de recarga era de 2 km por segundo, y la batería alcanzó el 70% en tan solo 6 minutos. A partir de ahí, como es habitual, la potencia descendió de forma progresiva hasta estabilizarse entre 600 y 850 kW, cifras que siguen siendo abrumadoramente superiores a cualquier cargador disponible en Europa.
Carga dual, potencia bruta y sin cortes

Este avance no se limita solo a la velocidad de carga. El sistema incorpora además dos tomas de carga rápida que permiten conectarse simultáneamente a dos cargadores, duplicando aún más la capacidad de entrada.
La batería, a pesar de la agresividad de carga y descarga, mantiene la misma garantía que otros modelos de la marca, gracias a un sistema térmico que evita degradaciones prematuras incluso usando de forma habitual un sistema de carga que abre de par en par a la posibilidad de tener un coche sin necesidad de plaza de aparcamiento ni toma de recarga propia.
Aunque esta tecnología ya es funcional y se está desplegando en China —con 500 estaciones previstas en esta primera fase—, todavía son pocos los modelos capaces de aprovechar todo el potencial de estos cargadores. Hoy por hoy, la mayoría de modelos del mercado no superan los 200 o 300 kW de potencia máxima. Algo que nos indica que la tecnología de carga está lista, pero ahora falta que la oferta de coches se ponga a su altura.

Por supuesto siempre surgen dudas: ¿está la red eléctrica preparada para soportar esta demanda? ¿Qué costes tendrá esta carga para los clientes?
Este tipo de avances permiten principalmente mostrar como pueden ser los coches dentro de pocos años, y desmontar los mitos de los críticos que dicen que viajar con un coche eléctrico es complicado por la red de carga y los tiempos de espera. Un ejemplo gráfico y palpable de que poder se puede, aunque habrá que invertir en una red que tiene que adaptare a los nuevos tiempos.
Habrá que ver si los fabricantes europeos responden con soluciones similares, si las redes se adaptan y, sobre todo, si el mercado está preparado para abrazar un cambio que puede llegar más rápido de lo esperado. Por ahora, lo único claro es que desde el punto de vista técnico, ya se puede recargar un coche eléctrico en el tiempo de repostaje de uno de combustión.