
Una nueva crisis de chips amenaza al coche eléctrico europeo
La industria del coche eléctrico vuelve a enfrentarse a una amenaza que parecía superada. Un nuevo conflicto internacional pone en riesgo el suministro de un componente esencial, los semiconductores, que asoma en el horizonte recordando los terribles efectos del COVID.

La sombra de una segunda gran crisis de semiconductores vuelve a planear sobre la industria automovilística europea. Esta vez, no se trata de una pandemia ni de cierres de pasos de mercancías por zonas de guerra, sino de un conflicto político entre los Países Bajos y China que podría dejar a fabricantes y proveedores sin acceso a millones de microchips esenciales.
En el centro del problema está Nexperia, un suministrador clave cuyos chips se instalan en prácticamente todos los coches modernos, eléctricos o no.
El fabricante, con sede en la ciudad neerlandesa de Nimega, fue en su día propiedad de Philips, pero actualmente está controlado por el grupo chino Wingtech. Hace apenas dos semanas, el gobierno neerlandés intervino directamente en Nexperia, alegando irregularidades en la gestión y riesgo de fuga tecnológica hacia China. Pekín respondió con rapidez y contundencia: vetó la exportación de chips producidos por Nexperia en su territorio, lo que ha activado las alarmas en los grandes fabricantes europeos.

Se estima que las reservas de chips en los almacenes actuales alcanzarían para entre cuatro y seis semanas de producción, tras lo cual sería necesario tomar decisiones drásticas. En algunas marcas, como BMW, ya se han reactivado los comités de crisis internos para gestionar los recursos disponibles. Volkswagen y Mercedes, por su parte, mantienen silencio oficial, pero reconocen estar en contacto con sus proveedores y monitorizar la situación de cerca.
Lo preocupante es que los chips en cuestión, aunque técnicamente sencillos, son imprescindibles para el funcionamiento básico del vehículo: controlan sistemas como los airbags, las luces, los sensores, el climatizador o el equipo multimedia. Sustituirlos por piezas equivalentes de otros fabricantes es posible, pero requiere una nueva homologación que puede tardar varios meses, según la Asociación Europea de Fabricantes de Automóviles (ACEA).
La fábrica de Nexperia en Hamburgo es especialmente crítica: representa el 10% de la producción global de la compañía y tiene una relación directa con las plantas en China. Además, el Departamento de Comercio de Estados Unidos ya incluyó a Wingtech en su lista negra en 2024, debido a preocupaciones sobre seguridad nacional, lo que añade más tensión al entorno comercial internacional.
La industria europea aprendió de la crisis anterior. En 2020 y 2021, los semiconductores disponibles se destinaron a los modelos de mayor margen comercial, y se redujo el equipamiento en modelos menos rentables. Se baraja repetir la estrategia: dar prioridad a coches eléctricos de nueva generación y recortar opciones en modelos más veteranos. En BMW, por ejemplo, se estudia priorizar la producción del nuevo eléctrico de la gama “Neue Klasse”, mientras que otros modelos podrían quedar temporalmente fuera del catálogo.

Sin embargo, la situación no ha alcanzado aún el nivel crítico de la pandemia. Los chips de Nexperia son relativamente fáciles de producir, y no forman parte de los componentes de alto rendimiento como los procesadores gráficos o los controladores de carga. Aun así, si toda la industria busca al mismo tiempo alternativas a Nexperia, es probable que surjan nuevos cuellos de botella y aumentos de precios a corto plazo.
La reacción del gobierno alemán ha sido inmediata. Berlín asegura estar en contacto directo con las autoridades neerlandesas y defiende los intereses de sus empresas frente a China. A largo plazo, el objetivo es reducir la dependencia de Asia en la producción de semiconductores. El macroproyecto de Intel en Magdeburgo, al que se han destinado miles de millones de euros en ayudas públicas, sigue avanzando con dificultades, pero se considera esencial para lograr una mayor autonomía.
En paralelo, la recién aprobada estrategia nacional de microelectrónica tiene como finalidad acelerar la construcción de fábricas de chips en suelo europeo y mejorar la resiliencia de la cadena de suministro. No obstante, desde el propio Ministerio de Economía alemán se insiste en que también es responsabilidad del sector privado diversificar riesgos y no confiar en un único proveedor.
La industria del coche eléctrico, especialmente sensible a este tipo de interrupciones, vuelve así a estar en el foco de una crisis global. Aunque el impacto todavía es contenido, el margen de maniobra se acorta y los próximos meses serán determinantes para evitar nuevos parones de producción como los vividos en los años más duros de la pandemia.