Las ciudades europeas cierran el acceso al centro a los coches diésel y gasolina

Las ciudades europeas cierran el acceso al centro a los coches diésel y gasolina

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Publicado: 06/01/2019 09:00

Sabemos que las ciudades se están transformando y urge poner en marcha medidas para reducir la contaminación de los centros urbanos. En este sentido, «prohibir vehículos es una opción rápida y barata» para las ciudades que necesitan mejorar la calidad del aire, afirma Frederic Rudolph, quien estudia movilidad y cooperación internacional en el Instituto Wuppertal para el Clima, Medio Ambiente y Energía en Alemania. «No se puede reducir a cero el tráfico de combustión interna, pero cada vehículo que se reduce es un beneficio».

No está claro hasta qué punto las ciudades pueden impulsar estas reformas, no olvidemos que en Francia se vivieron semanas de protestas generalizadas y violentas contra un plan para aumentar los impuestos al combustible. Las manifestaciones obligaron al gobierno a dar marcha atrás y, finalmente, anunciar un aumento en el salario mínimo para compensar la decisión. Aunque pocas ciudades son tan avanzadas como la capital noruega en sus planes, muchas otras están tomando medidas para regular o limitar los automóviles de otras formas.

  • Copenhague está ganando rápidamente en las credenciales verdes de Oslo. Tiene el objetivo de convertirse en carbono neutral para 2025, cuando pretende que el 75% de los viajes en la ciudad se realicen en transporte público, a pie o en bicicleta.
  • Dejando de lado las protestas por el impuesto sobre el combustible, París ha prohibido los automóviles los domingos y los días festivos en varias partes de la ciudad. También está desarrollando aparcamientos disuasorios para reducir el uso de automóviles.
  • Madrid ha puesto en marcha ‘Madrid Central’, limitando el acceso de vehículos más contaminantes a una gran área de la ciudad.
  • Roma planea prohibir los vehículos diésel en el centro de la ciudad para 2024.

Si bien las emisiones de gases contaminantes pueden haber estimulado los esfuerzos iniciales para repensar el papel del automóvil en las ciudades, tanto los residentes como los las autoridades dicen que no es la única razón para hacerlo. En Viena, por ejemplo, afirman que «una ciudad que es buena para los niños es buena para todos», dijo Andreas Baur, portavoz de la teniente de alcalde Maria Vassilakou. Inspirada por la necesidad de los niños de correr y jugar, la ciudad ha eliminado algunos parkings de la ciudad, ha mejorado los carriles bici y está aumentando los espacios públicos.

El gran plan de la capital austriaca es reducir los automóviles al punto de que solo el 20% de su transporte se realice en vehículo privado. Viena espera que el uso del automóvil disminuya, ya que invierte en hacer que otros medios de transporte sean más atractivos para los usuarios. Sin embargo, estas ciudades no se encuentran entre las más pobladas de Europa. Oslo tiene un poco más de 650.000 personas, e incluso Madrid tiene solo unos 3 millones. Londres, por otro lado, es una metrópolis en expansión con una población cercana a los 9 millones de habitantes, y ha encontrado más dificultades para poner en práctica limitaciones para los automóviles.

El plan del alcalde Sadiq Khan de convertir el ajetreado distrito de compras de Oxford Street en una zona peatonal generó el rechazo de varios políticos locales, que argumentaron la oposición de los residentes como principal motivo. Sin embargo, Khan quiere mejorar la calidad del aire de la ciudad convirtiendo a la capital británica en una ciudad con cero emisiones para el año 2040. Bajo su supervisión, Transport for London, responsable de la red de transporte de la ciudad, ha promulgado nuevos impuestos para vehículos altamente contaminantes, además de la tasa diaria por congestión que se aplica a los vehículos que circulan por el centro de la ciudad.

En Oslo, los cambios son ampliamente apoyados por el público, según las encuestas citadas por la ciudad. Sin embargo, algunos residentes se han manifestado abiertamente en contra de los peajes que se están imponiendo. Al igual que con los manifestantes en París, los opositores a las reformas en Oslo dicen que los cargos por ingresar al centro de la ciudad afectan injustamente a quienes no pueden permitirse cambiar a un coche eléctrico.

Otros reconocen que las mejoras del transporte público están ‘en obras’, pero se muestran escépticos de que llegarán a suficientes personas en los anillos exteriores de la ciudades y temen lo que eso significaría para sus viajes. “Si voy en coche son 20 minutos. Si tomara el tren, sería más de una hora», afirma Cecilie Lyngby, quien inició el grupo People’s Action Against Car Tolls de Oslo, que tiene más de 53,000 miembros.

Todo esto sin olvidar un aspecto clave del norte de Europa, el clima, «es pleno invierno y hay nieve por todas partes. No puedo ir en bicicleta a todas partes con un niño de 2 años y un perro», dijo Lyngby, que está considerando formar un nuevo partido político y participar en las elecciones de 2019 de la capital noruega. «Queremos un aire limpio, pero no estamos de acuerdo con los impuestos, Esto nos impide vivir nuestras vidas».

El cambio es necesario, pero conseguir el equilibrio también. Para que los centros de las ciudades cuenten con un aire más limpio entran en juego muchos factores, sin duda, la delimitación de zonas de bajas emisiones es uno de ellos, facilitar el acceso a vehículos eléctricos es otro de los pilares, como el Plan MUS de la Comunidad de Madrid. La renovación de la flota de autobuses, taxis y vehículos con conductor, también; así como la mejora del transporte público para que sea atractivo para el usuario, tanto en tiempo de desplazamiento como por precio. Suena a utopia que todos estos factores se alineen, pero por algo se empieza. ¿Lo lograrán las grandes ciudades europeas?

Vía | 41NBC