Según el Imperial College London, incluso con la fabricación de sus baterías, las emisiones indirectas de un coche eléctrico son la mitad que las de un motor de combustión

Según el Imperial College London, incluso con la fabricación de sus baterías, las emisiones indirectas de un coche eléctrico son la mitad que las de un motor de combustión

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Publicado: 04/09/2019 08:43

Casi siempre que hablamos con algún escéptico del coche eléctrico, entre los peros que escucharemos será que realmente no son modelos cero emisiones, y que estos contaminan. Otros son un poco más concretos e indican que la producción de electricidad de la que se alimentan cuando recargan en la red es principalmente contaminante, incluso más que conducir un coche con motor de combustión. Pero según el prestigioso Imperial College de Londres, ni uno ni lo otro.

Este estudio se ha centrado en el mercado británico, algo que nos lleva a una de las variables que pueden dar diferentes resultados. Y es que no es lo mismo la red del Reino Unidos, donde las renovables tienen cada vez más presencia, que en la de Polonia o Alemania, fuertemente dependientes del carbón o el lignito.

El informe ha puesto sobre la mesa que el uso cada vez mayor de energía renovables y bajas en emisiones en el Reino Unido, permiten que la carga de un coche eléctrico de media produzca solo una cuarta parte del CO2 emitido por un motor de gasolina o diésel. Algo de lo que dependerá en gran medida su tamaño, y el de su batería.

También se ha intentado estimar el impacto añadiendo la producción de la batería. Un factor nada sencillo ya que entran en juego múltiples variantes como la procedencia de los materiales que le dan forma, y su forma de extracción. Como ejemplo la del Sono Sion, que se realizará en Suecia usando energías 100% renovables.

Según el estudio, para la fabricación de 1 kWh de batería se emite una cantidad de CO2 similar a la producida por el uso de un tanque gasolina completo.

Los modelos eléctricos más eficientes podrían necesitar solo entre 2 o 3 años para compensar la cantidad de CO2 emitido en la producción de sus baterías. Los vehículos eléctricos más pequeños con tamaños de batería de menores capacidades necesitan mucha menos energía en su producción, lo que se traduce en un menor impacto en la producción de su batería. Por lo contrario, los modelos más grandes y que más consumen, como berlinas o todocaminos, podrían necesitar hasta tres veces más para compensar su impacto.

La pregunta es cuánto emiten de forma indirecta los coches eléctricos incluyendo la producción de su batería. La respuesta del informe indica que un modelo compacto, de entre 35 y 40 kWh, tendrán unas emisiones indirectas de 33 gramos de CO2 por kilómetro, que suben hasta los 60 gramos de CO2 por kilómetro si añadimos la fabricación de la batería. Algo que sigue siendo la mitad que un modelo diésel o gasolina de tamaño compacto, como el Ford Fiesta.

En caso de las grandes berlinas y todocaminos, la cifra de emisiones indirectas llega a los entre 44 y 54 gramos de CO2 por km, o una cuarta parte de lo emitido por un modelo de lujo como el Mercedes Clase S. Pero en estos tamaños de batería se necesitan muchos más años para compensar el impacto de su fabricación, según el estudio entre 5 y 6 años, llegando en algunos casos a cifras mayores.

La cuestión es que la evolución de las redes eléctricas es hacia modelos más limpios, con cada vez mayor presencia de renovables. Algo que hará que las diferencias respecto a los coches con motor de combustión sean cada vez mayores en favor de los eléctricos. Como ejemplo el proyecto del propio Reino Unido, que quieren que en 2025 la red eléctrica emita un 50% menos que en la actualidad. Un factor que permitirá que en cinco años la producción de un coche eléctrico, con su batería, así como la alimentación usando energía de la red eléctrica suponga un tercio respecto a un diésel o gasolina.

La conclusión es que asegurar que un coche eléctrico emite tanto CO2 que un diésel o gasolina es totalmente imposible, y necesitará en el caso del Reino Unido regresar a la producción eléctrica basada en el carbón de los años 60, cuando producir cada kWh suponía emitir entre 850 y 950 gramos.

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Fuente | DRAX

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