Con la entrada en vigor de los nuevos límites de emisiones de la Unión Europea, los fabricantes de automóviles están apostando por la electrificación con más fuerza que nunca: desde sencillos microhíbridos hasta avanzados coches eléctricos, todas las marcas están abrazando la tecnología eléctrica con mayor o menor decisión.
El segundo tipo de vehículo que más ayuda a reducir la media de emisiones de los fabricantes tras los coches eléctricos puros son los híbridos enchufables. Conocidos como PHEV, este tipo de automóviles combinan un motor de combustión con un propulsor eléctrico (o varios) y una batería capaz de proporcionarles una autonomía de varias decenas de kilómetros en modo eléctrico.
La principal diferencia de los híbridos enchufables respecto a los híbridos convencionales es que estos últimos tienen unas baterías de capacidad muy inferior que se recarga con la energía regenerada en las frenadas y que apenas brindan un par de kilómetros de autonomía eléctrica, mientras que los híbridos enchufables se pueden conectar a la red para cargar como si fueran un coche eléctrico.
De acuerdo con los defensores de esta tecnología, los híbridos enchufables aúnan las ventajas de los coches 100% eléctricos en los desplazamientos diarios (en muchos casos su autonomía eléctrica es más que suficiente para ir y volver del trabajo sin emitir gases contaminantes) y de los modelos térmicos a la hora de viajar (amplia autonomía, extensa red de gasolineras, etc).
A pesar de todo, los híbridos enchufables son incluso más caros que los eléctricos puros debido a su complejidad mecánica, precisamente porque aúnan los órganos internos de un coche térmico y de un coche eléctrico. A pesar de ello, la firma francesa Peugeot afirma que el mantenimiento de sus híbridos enchufables es muy similar al de sus modelos térmicos.
Por un lado, la marca hace hincapié en que el uso de la mecánica eléctrica disminuye el desgaste de las piezas del motor de combustión interna; además, las pastillas y los discos del sistema de frenado duran más gracias a la frenada regenerativa. Por otro, el mayor peso respecto a un modelo térmico puede hacer que los amortiguadores y los neumáticos duren algo menos.
En el caso concreto de Peugeot, las revisiones están programadas para los mismos intervalos en sus modelos gasolina, diésel e híbridos enchufables. Los únicos componentes que deben cambiarse en un plazo inferior en los PHEV son las baterías de servicio (12 voltios), cada cuatro años en este caso, y la correa de accesorios, que se acorta de los 120.000 km a los 90.000 km o seis años. Sin embargo, frente a esto los diésel requieren de cargas periódicas de AdBlue, revisiones del FAP, etc.
En resumen, el mantenimiento de un híbrido enchufable de Peugeot es casi idéntico al de un modelo gasolina, e incluso inferior al de un diésel. ¿Qué significa esto? Que el grueso del mantenimiento de un híbrido enchufable se corresponde a la parte térmica; o lo que es lo mismo, que la parte eléctrica no requiere de apenas intervenciones. ¿La conclusión final que podemos extraer? Que los coches eléctricos puros no necesitan de apenas ningún mantenimiento, mientras que los híbridos enchufables se ven lastrados en este aspecto por sus motores de combustión interna, que requieren de intervenciones periódicas para garantizar su buen funcionamiento.
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