La regulación impuesta por Europa respecto a las bicicletas eléctricas se ha convertido en un sofocante marco legal que hace que la expansión de la tecnología se haya visto frenada por cuestiones como la limitación de la potencia del motor, la limitación de velocidad y otros factores relacionados con las homologaciones.
Y es que se trata de un mercado que va mucho más allá simplemente de ser una alternativa de movilidad diaria para millones de personas, especialmente importante desde el estallido de la pandemia. También tiene aplicaciones comerciales que se ven limitados a la hora de ofrecer alternativas sin emisiones para labores como las de reparto en las ciudades.
Como recordamos, las bicicletas según la norma pueden disfrutar de asistencia al pedaleo hasta una velocidad máxima de 25 km/h, y contar con una potencia nominal continua máxima de 250 W. Cumpliendo estos requisitos la bici no necesita homologación ni el propietario realizar matriculación ni afrontar el pago de un seguro obligatorio.
Pero a partir de ahí se abren grandes posibilidades que se ven frenadas por la necesidad de afrontar difíciles procesos de homologación, además de adaptaciones físicas, que hace que sea más complejo el contar con una oferta en apartados como el industrial, e incluso para aquellas personas con problemas de movilidad que no puedan pedalear y no pueden acceder a un modelo con acelerador.
Lo absurdo es que la normativa cataloga como ciclomotores a las bicicletas que superen los 250W y 25 km/h, algo que obliga a realizar la correspondiente homologación, además de contar con elementos como portamatrículas, iluminación…etc, y que en los casos de las bicicletas homologadas como ciclomotor, no pueden usar los carriles bici y tengan que usar la carretera con el riesgo que eso supone.
Especialmente dañina es la situación de las bicicletas limitadas a 25 km/h, pero con más de 250W de potencia en su motor. Una combinación que permite desarrollar modelos de carga o capaces de afrontar pendientes con más soltura, y que no cuentan con más velocidad que las reglamentarias. Pero su homologación es una pesadilla que hace que los fabricantes opten por prácticamente no trabajar este interesante segmento.
Según la asociación europea de vehículos eléctricos ligeros (LEVA-EU) «Nos damos cuenta de que el marco legal actual es extremadamente complejo y confuso. Es por eso que organizaremos una serie de reuniones informativas destinadas a proporcionar una imagen clara del marco legal actual. Además, explicaremos las oportunidades y los riesgos de la revisión en curso «.
Unas reuniones con la Comisión Europea que debería dar por fin, después de unos cuantos años de rumores, una legislación más clara y armónica que permita despegar la movilidad eléctrica sobre dos ruedas también en los sectores potencialmente muy interesantes, como las bicicletas de carga. Un sector que debería ser un complemento a las regulaciones que buscan expulsar a los vehículos con motor de combustión del centro de las ciudades y que pueden ser sustituidas por modelos ligeros, silenciosos, eficientes y sin emisiones.
Via | Bike-eu