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Ford recupera los nombres Capri, Cortina, Escort, Granada y Orion ¿para nuevos coches eléctricos?

Uno de los intangibles que venden los fabricantes de automóviles es su pasado y su historia. En el caso de un fabricante tan antiguo como Ford, es un activo que puede y debe usarse para tener parte del trabajo hecho. En las oficinas de registro de propiedad intelectual europeas, australianas y neozelandesas han vuelto a aparecer nombres clásicos de Ford de los 60 a los 90, tal y como avanzó Ford Authority.

Se trata de los Ford Capri, Cortina, Escort, Granada y Orion, modelos muy conocidos en Europa -y fabricados localmente- y que se comercializaron durante varias generaciones. De una generación a otra a veces lo único que había en común era el escudo del óvalo azul y el resto nuevo, pero mantenían una tradición de nombrado que le sonaba al consumidor familiar.

El registro se produjo simultáneamente el 23 de diciembre, lo cual sugiere que se puede acabar explotando de nuevo estas denominaciones comerciales, de la misma forma que se ha hecho con Mustang, Bronco, Puma, Maverick, GT o Lightning. Y puede ser una buena excusa el cambio de paradigma que supone la transición de la gama en coches eléctricos. Antes de 2030, toda la gama europea de Ford habrá abandonado los motores de combustión interna, y el 40% mundial de sus ventas serán coches eléctricos.

Ahora bien, la recuperación de los nombres no implica necesariamente que el Capri sea un coupé, el Escort un compacto o el Granada una berlina. Tenemos que resignarnos a que habrá más de un crossover por dos simples razones. La primera de ellas es que son carrocerías que siguen sin pasar de moda. La segunda es muy obvia, resulta más fácil acomodar baterías. Y ya que estamos, hay que pensar en nuevas plataformas y 100% eléctricas.

¿Le compensaría a Ford poner en el mercado versiones térmicas con esos nombres, tal y como están de apretados los plazos con Euro 7 y 2035 en la UE? Lo más seguro es que no. Como mucho, podríamos ver algún refrito de plataforma existente, pero no tiene mucho sentido. Lo más razonable es hacer una nueva gama de modelos con plataforma tipo patinete: gran distancia entre ejes, motores eléctricos delanteros/traseros en los extremos de la carrocería y voladizos muy cortos. La plataforma MEB de Volkswagen puede ser una buena candidata, y de hecho lo es.

Hay fabricantes que apuestan por un nuevo esquema de nonbrado con la «i» por algún lado, o usar acrónimos seguidos de una o varias cifras. Ford, aparentemente, habría tirado de nostalgia y recuperaría marcas que ya nos suenan. Al cliente común le puede parecer más fácil distinguir las gamas por nombres que sabiendo lo que significan los numeritos.

Si nos fijamos en la gama europea de Ford, está repleta de modelos que empiezan a necesitar un reemplazo generacional. Por ejemplo, el Ford Mondeo ya ni sale en el configurador. Los que ya están disponibles como híbridos -de cualquier tipo- pueden aguantar más tiempo en el mercado, pero sus reemplazos, los que están ya en las mesas de diseño, en laboratorios o como mulas de prueba, seguramente ya tienen tripas eléctricas.

Ahora mismo Ford solo tiene un modelo 100% eléctrico en su gama, el Mustang Mach-E. Si juntamos todas las piezas del puzzle, parece tener mucho sentido que los nuevos modelos que Ford vaya anunciando en los mercados de Europa y Oceanía sean nuevos en cuanto a ingeniería, pero clásicos en cuanto a pedigrí, aunque solo compartan con sus ancestros el óvalo azul en el morro.

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