Uno de los mantras del uso de un coche eléctrico es que hace falta tener un punto de recarga en casa o la plaza de garaje para que sea útil. Esto, como vimos recientemente, no tiene por qué ser así. Lo importante es tener acceso a un punto de recarga cuando sea necesario, ya sea nuestro o de un tercero. ¿Y si el punto de recarga habitual está en el lugar de trabajo?
Salvo para aquellos empleados que necesiten mover habitualmente sus vehículos por estar relacionado con su actividad, lo normal es que sus coches se queden parados durante horas. Esas horas suelen coincidir con las más caras en el sistema eléctrico, que es cuando hay actividad empresarial e industrial, cierto, pero también son las horas en las que más producción de energía solar hay.
Si las empresas empezasen a adoptar políticas de incentivo para sus empleados, para que estos utilicen coches eléctricos, se puede acelerar la adopción de los mismos por parte del público. Supongamos que la empresa ofrece a sus empleados recargar gratuitamente o a un precio reducido -como si fuese la cafetería-. Ya sería un incentivo muy importante, no tener que recargar en casa y hacerlo en el trabajo a un precio competitivo o a coste cero. Para lo demás, puntos de recarga públicos.
Sin irnos a ningún país extranjero, hay algunas experiencias de políticas de incentivo para empleados. Por ejemplo, la eléctrica Endesa lleva haciéndolo desde 2015. Hace dos años ya se habían beneficiado 900 empleados de la compañía -casi el 10% de la plantilla- del Plan de Movilidad Eléctrica para Empleados, que adoptaron vehículos eléctricos para su uso particular.
Para resolver el problema de las tarifas eléctricas durante las horas punta están las placas solares fotovoltaicas. En los aparcamientos abiertos suele haber mucha superficie, y si se desea, se puede aprovechar una gran extensión susceptible de albergar paneles solares. Es más, se puede lograr una simbiosis, ya que los paneles pueden hacer sombra y que el aparcamiento al raso sea mejos perjudicial para los interiores y la pintura.
Está claro que hablamos de una inversión, pero toda la potencia de generación que sobre se puede emplear para aliviar la factura de energía de la empresa y para poder «vender» reducciones de emisiones corporativas. Dado que el escenario ideal para 2050 es llegar a las cero emisiones, todo gramo que se pueda evitar de gases de efecto invernadero puede ser importante.
Para las empresas que no quieran hacer grandes inversiones ni proyectos complejos empieza a haber soluciones de terceros «todo en uno». Por ejemplo, el ZipCharge Hub ocupa una o varias plazas de aparcamiento y solo hay que conectarlo a la red. La instalacion recarga paquetes de batería portátiles que pueden moverse hasta el coche y proporcionar una recarga suficiente para el día a día. Instalar y quitar es relativamente simple.
También hemos visto soluciones aptas para aparcamientos que tienen poca huella de espacio necesario y la instalación es solo un punto más compleja, pero permite cargar varios vehículos eléctricos a la vez, directamente con enchufes, no con paquetes portátiles. Por ejemplo, tenemos el VersiCharge XL de Siemens y Nexii, en las fases finales previas a su comercialización.
En un futuro no muy lejano veremos puntos de recarga por todas partes, en centros comerciales, farolas, aparcamientos de empresa, comunidades de vecinos, supermercados, etc. Según vayan apareciendo más y más vehículos eléctricos no van a sobrar tantos, y en cierto modo es bueno que sobren, para que haya una mayor disponibilidad y no haya que lidiar con esperas ni con colas.
Es cierto que el teletrabajo, que aceleró la pandemia, reduce la necesidad de que todos los empleados vayan al centro de trabajo y empleen dinero y tiempo en el mero hecho de estar en su puesto. Sin embargo, sigue habiendo muchísimos sectores donde el teletrabajo sigue sin tener ningún sentido y se requiere la presencialidad.
¿Y qué pasa cuando hay que cargar muchos vehículos eléctricos? Si abrimos el abanico a empresas que necesitan tener una flota funcionando, ya sean pequeños vehículos comerciales (motocicletas o derivados de turismo) o de mayor tamaño (furgonetas, furgones, camiones, minibuses…), hay que realizar un concienzudo estudio.
Por ejemplo, la división comercial Ford Pro tiene una rama de negocio especializada en determinar las necesidades del cliente profesional y dimensionar la red de recarga privada al número de vehículos, al uso que se hace de ellos, al tiempo que van a estar parados o en movimiento, etc. Hasta se ha previsto un mecanismo automático de compensación para que la empresa devuelva al empleado las recargas que ha efectuado en su domicilio con vehículos de empresa.
Para todo problema hay una solución, y hay un ecosistema creciente de empresas que hacen de «señor Lobo» y solucionan problemas. Desde luego resolver uno de los puntos del círculo vicioso que entorpece la adopción de vehículos eléctricos sería muy positivo para todos, pero las empresas han de hacer números y ver hasta qué punto les puede salir a cuenta, a algunos nunca les compensará, y otros estarán pidiendo un estudio para ayer.