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¿Merece la pena una bomba de calor en un coche eléctrico?

En un coche eléctrico, la eficiencia es una cuestión crucial que puede determinar si podremos llegar o no a nuestro destino, o si tendremos que hace más o menos paradas. Dentro de los muchos factores que afectan a esta encontramos la bomba de calor. Un sistema de climatización del vehículo que puede marcar la diferencia. Pero la pregunta es cuánto.

Y es que con los termómetros cayendo en picado en las últimas semanas por toda Europa, los conductores de coches eléctricos están viendo como sus autonomía se reducen de forma importante. Pero unos más que otros, afectados entre otras cosas por si tienen o no bomba de calor.

Muchos coches eléctricos nuevos ya incorporan la bomba de calor de serie, por ejemplo, el BMW i4 , Mercedes EQA y Tesla Model 3/Y, al igual que ocurre con los modelos del grupo francés Stellantis (Peugeot e-208 y e-2008, Opel Corsa-e y Mokka-e, Citroën ë-C4, DS 3 Crossback E-TENSE…) Otros la tienen como opción, y por ejemplo en el Volkswagen ID.3 cuesta 990 euros extra (aunque no está disponible actualmente por la falta de componentes) y en el Kia EV 6 son 1.000 euros adicionales.

Pero la pregunta es ¿Qué hace realmente la bomba de calor? ¿Mercede la pena comprarla?

Como recordamos, la bomba de calor es una forma de calefacción especialmente eficiente y que se usa tanto en vehículos, como cada vez más en las viviendas. Su funcionamiento básicamente supone en extraer energía térmica del aire ambiente para calentar o enfriar el interior, pero también se pueden emplear para climatizar la batería, ya sea enfriándola o calentándola, algo que es vital para asegurar un buen rendimiento en todo tipo de climas.

El calor (o el frío) se extrae del aire exterior a través de un intercambiador de calor. Transfiere la temperatura a un refrigerante que se mueve en un circuito. A continuación, otro intercambiador transfiere el frío o el calor al aire, que es transportado al interior por un ventilador.

Por cierto, la bomba de calor también alimenta el calentador de batería. Gracias a esto, cuando conducimos puede enviar frío a la batería para mantenerla dentro de su rango de temperatura idónea, y también utiliza el calor residual para calentar el interior.

¿Cuánta autonomía nos ahorra realmente la bomba de calor?

Como regla general, se puede decir que una potencia de calefacción de 2,5 a 3 kW requiere una potencia de bomba de 1 kW, que es lo que se aplica a las bombas de calor de aire en las casas. Esto nos permite contar con un ahorro de entre 1,5 a 2 kW con la bomba de calor, energía que no se extrae de la batería y, por lo tanto, se mantiene para ser usada para la conducción.

Si se supone que los coches eléctricos modernos consumen alrededor de 20 kWh de electricidad cada 100 km en condiciones reales en invierno, se podría decir que con una bomba de calor podremos lograr al menos un 10% de ahorro energético. 

Algo que puede no parecer demasiado, y que en un coche con 400 km de autonomía supondrá poder recorrer unos 40 kilómetros adicionales. Algo que puede ser la diferencia entre llegar o no a nuestro destino, o poder enfrentarnos a un imprevisto con mayor tranquilidad.

Por supuesto, este no es un número grabado en piedra, ya que luego entran en juego variables, como el nivel de eficiencia del propio sistema de climatización, que no es igual en todos los vehículos, pero también entran en la ecuación factores ambientales, y es que cuanto más frío hace fuera, menos eficiente es el sistema por bomba de calor.

Otra variable es el tipo de recorrido, y donde duerma el vehículo. Y es que la bomba de calor necesita mucha energía inicial para climatizar el vehículo si este ha dormido a la intemperie. Algo que supone tener que hacer un gran esfuerzo inicial que dispara el consumo hasta los 9 kW. Es un periodo muy reducido, pero que supone penalizar con un mayor gasto los desplazamientos cortos. Algo que hace muy interesante el pre climatizar el vehículo estando este conectado a un punto de recarga.

Además, los fabricantes todavía están empezando a conocer esta tecnología, y están empezando a aprender que no es tan fácil como se pensaba sacarle partido.

Por ejemplo, Volkswagen anunció en su momento que gracias a la bomba de calor, su ID.3 podría reducir en hasta un 30% su consumo en invierno. Pero en 2021, el fabricante alemán se dio cuenta de que la bomba de calor instalada en el ID.3 ahorraba mucho menos de lo que habían estimado. En lugar de aumentar la autonomía un 30%, el sistema, que formaba parte del equipamiento opcional con un coste de 1.275 euros, logró una tasa máxima del 20%. Eso en el mejor de los casos. Algo que obligó a la marca a bajar su precio y compensar a los 60.000 clientes que ya habían comprado el coche.

Por lo tanto, la conclusión es que la bomba de calor es una herramienta con mucho potencial, pero con ciertas condiciones que pueden hacer o subir su eficiencia. Un sistema ideal para zonas donde las temperaturas no bajen demasiado de los cero grados, donde se podrá sacar el máximo partido a la misma.

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