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Ahora no Permitir

Europa confirma su paso atrás con la relajación de las normas sobre emisiones

La norma Euro7 era una ambiciosa regulación de la UE que establecía los límites de emisiones de contaminantes de los vehículos nuevos que se venden en Europa, que llegaría con límites más estrictos en las emisiones de dióxido de carbono, óxidos de nitrógeno y partículas finas, lo que en definitiva salvaría vidas y aceleraría la transición energética. Pero la presión de los fabricantes ha logrado finalmente tumbar esta norma.

Hace unas horas, el Parlamento Europeo ha confirmado la firma de una reducción de los objetivos para la Euro7, lo que contenta a los países con mayor exposición al motor de combustión, entre ellos España, que ha sido uno de los que más ha presionado para que las emisiones no bajen tanto como se esperaba en un primer momento.

El coste de su implementación es uno de los principales argumentos esgrimidos por los fabricantes de coches europeos para rechazar la Euro 7. Según sus estimaciones, esta les obligará a destinar una importante cantidad de recursos a una tecnología, los motores de combustión interna, cuyas ventas se prohibirán 10 años después.

Algo que como recordamos, se produce en medio de la presentación de resultados con ganancias récord. Toyota con un 46.7% más, Stellantis con un 37% más, Hyundai-KIA con un 50%.

Según los representantes de la Asociación Europea de Fabricantes de Automóviles (ACEA) la nueva Euro 7 «todavía tiene un alto precio y se encuentra en un momento muy crítico en la transformación de la industria«.

La directora general del organismo comercial, Sigrid de Vries, afirmó: «El hecho es que Euro 7 representa una inversión significativa para los fabricantes de vehículos, además de sus enormes esfuerzos de descarbonización. También se produce en un contexto geopolítico y económico extraordinariamente desafiante, marcado por el aumento de los precios de la energía, la escasez de la cadena de suministro, las presiones inflacionarias y la demanda rezagada de los consumidores. Europa necesita un Euro 7 proporcionado que equilibre las preocupaciones ambientales y la competitividad industrial«.

Este texto ahora tiene que pasar a través de las diversas estructuras de la UE hasta que se convierta en ley, por lo que todavía podría haber cambios en el futuro, y no comenzará a implementarse hasta 12 meses después de convertirse en ley, lo que podría significar una fecha estimada de entrada en vigor para 2026, como pronto.

Una nueva norma que llega cargada de objetivos, como el de monitorizar en tiempo real las emisiones de los vehículos de combustión, así como poner en marcha una solución para conocer el rendimiento real tanto de autonomía como de estado de la batería, y donde los modelos BEV y PHEV deberán contar con una cobertura del 80% de su capacidad original de la batería después de 5 años o 100.000 km, y un 70% después de 8 años o 160.000 km.

Opinión

Normas de cara a la galería, principalmente las relacionadas con los modelos de combustión, que por mucho que la industria se aferre a ellos, están totalmente condenados a desaparecer de las preferencias de los europeos a corto plazo.

Y es que a pesar de que se alude al elevado coste energético como uno de los frenos de la transición, la realidad es que estos costes son también muy elevados para los modelos de combustión, especialmente para sus propietarios que contemplan como los precios de los combustibles y los mantenimientos no paran de aumentar.

Pero sin duda donde deben estar descorchando las botellas de champán es en China, donde los fabricantes locales ven como los grupos europeos mantienen la dirección del barco directamente hacia el iceberg, incluso acelerando, mientras ellos están desarrollando una potentísima industria de coches eléctricos, baterías y software, con la que inundarán el mercado europeo en los próximos años con una propuesta que ganará en competitividad casi cada día.

Además, los grupos del gigante asiático ya preparan las alternativas para sortear los posibles aranceles que pondrán en marcha los «alarmados y sorprendidos» legisladores europeos, tanto con fábricas en Europa, como con plantas en países asiáticos con mano de obra barata y acuerdos de libre comercio con la UE.

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