
La batería que quiere jubilar al litio: segura, reciclable y barata
Las baterías de flujo acuosas se perfilan como la alternativa real al litio para el almacenamiento energético. Son seguras, escalables, no arden y se fabrican con materiales locales. Una solución sin conflictos ni riesgos para la red del futuro

El almacenamiento estacionario vive un momento de expansión global sin precedentes. Los sistemas de respaldo para la red con baterías está en plena ebullición. Sin embargo, este crecimiento acelerado ha puesto de manifiesto los problemas estructurales del modelo basado en baterías de litio: riesgos de incendio, dependencia de materiales críticos, concentración geopolítica y elevados costes, tanto económicos como ambientales. En este contexto, tecnologías como las baterías de flujo comienzan a posicionarse como una alternativa real más segura, escalable y sostenible.
Las baterías de litio han demostrado ser una solución eficaz para aplicaciones como el coche eléctrico, y en cada vez mayor medida el transporte ligero y pesado. También ha empezado su implantación como respaldo de instalaciones renovables, tanto a pequeña como a gran escala. Pero sus limitaciones son evidentes cuando se trasladan al terreno del almacenamiento estacionario a gran escala masivo.
Su elevada densidad energética se ve descompensada por su menor estabilidad térmica, sobre todo en instalaciones de gran tamaño donde una sola celda defectuosa puede provocar un incendio de grandes proporciones y difícil de apagar, que además liberan gases tóxicos como PFAS o fluoruro, y obligan a evacuar zonas residenciales cercanas. Además, imponen restricciones de localización a los proyectos, que deben alejarse de los núcleos urbanos, encareciendo y complicando el acceso a la energía almacenada.

La otra gran debilidad del modelo es la dependencia de materiales estratégicos. El litio, el cobalto o el níquel se extraen mayoritariamente en regiones con conflictos sociales, ambientales o geopolíticos. Por ejemplo, el cobalto procede en su mayoría de la República Democrática del Congo, donde existen graves denuncias por violaciones de derechos humanos. El litio, en su forma refinada, está concentrado en países como China. Incluso materiales como el grafito, clave en los ánodos, han sido objeto de restricciones comerciales en el marco de la guerra comercial entre Estados Unidos y China.
Ante esta situación, surgen alternativas como las baterías de flujo acuosas, que eliminan gran parte de estos inconvenientes. En este tipo de batería, la energía se almacena en electrolitos líquidos que se bombean a través de una celda electroquímica. La tecnología desarrollada por Quino Energy, basada en compuestos orgánicos derivados de quinonas (procedentes del petróleo y carbón, pero no combustibles), permite eliminar por completo el uso de materiales críticos como el vanadio o el litio. Estos sistemas pueden construirse íntegramente con materiales disponibles en Estados Unidos, desde la materia prima hasta la batería final, algo que no es posible con el litio.

Una de las principales ventajas de estas baterías es su seguridad absoluta frente al fuego. Al estar basadas en agua, carecen de riesgo de combustión. Incluso en el peor de los casos, la temperatura del sistema apenas subiría 20 grados. Esto supone una ventaja crucial en instalaciones grandes, ya que reduce drásticamente los costes de seguridad y simplifica la integración en zonas urbanas. Además, al poder reutilizar depósitos de petróleo ya existentes, se consigue una gran capacidad de escalado. Según Quino Energy, solo con los tanques actuales se podrían alcanzar hasta 400 GWh de capacidad, lo que cubriría una parte significativa de las necesidades de almacenamiento de Europa o Estados Unidos para 2050.

A diferencia de las baterías convencionales, las de flujo permiten separar la potencia (la celda) de la capacidad energética (los tanques). Así, se puede aumentar la autonomía simplemente ampliando los depósitos, sin necesidad de modificar el resto del sistema, una modularidad que las hace especialmente atractivas para proyectos a gran escala.
Pese a sus múltiples ventajas, las baterías de flujo han tenido una adopción limitada hasta ahora debido a su asociación con tecnologías basadas en vanadio, un material también escaso y caro. El desarrollo de soluciones orgánicas como las de Quino Energy abre un nuevo camino hacia una batería económica, local, reciclable y libre de conflictos, ideal para el almacenamiento estacionario. Mientras la presión geopolítica crece y los incendios asociados a baterías de litio se hacen más frecuentes, el sector empieza a mirar con otros ojos esta tecnología alternativa. Las baterías de flujo no solo ofrecen una solución técnica viable, sino que además permiten aprovechar infraestructuras existentes y fomentar una transición energética más justa y descentralizada.
Fuente | Quino Energy