
Más de 200.000 km en 3 Smart Fortwo eléctricos
Un conductor francés ha superado los 200.000 km con varios Smart Fortwo eléctricos usados como coche principal. Su experiencia demuestra cómo envejece este urbano con un uso intensivo y viajes largos. Una historia de constancia, recargas y adaptación al paso del tiempo.

Hay historias que encajan muy bien con el espíritu de Forococheseléctricos. No porque sean épicas en cifras de potencia o autonomía, sino porque hablan de uso real, de kilómetros acumulados y de cómo envejece un coche eléctrico cuando se utiliza sin complejos. La de este propietario francés es una de ellas. Antes de cumplir los treinta años, este apasionado del motor ya ha recorrido más de 200.000 km con el Smart Fortwo eléctrico, repartidos entre tres unidades del mismo modelo.
Como recoje en una entrevista el portal Automobile-propre, Steven nunca ha escondido su debilidad por los coches pequeños. Nada de superdeportivos ni grandes berlinas. Su mundo siempre ha girado en torno a utilitarios y microcoches, y el Smart Fortwo encajaba como un guante en su forma de entender la movilidad. Compacto, urbano, distinto y, sobre todo, eléctrico cuando aún no era lo normal. Lleva cerca de ocho años conduciendo coches eléctricos y lo hace con una visión bastante sensata: no es enemigo de los motores térmicos, simplemente cree que cada tecnología tiene su lugar.
Su primer Smart Fortwo eléctrico llegó en 2018 mediante un leasing de tres años. Una versión básica, con batería modesta y carga en corriente alterna a 4,6 kW, que hoy acumula 126.000 km. No tenía carga rápida ni grandes lujos, pero eso no le impidió usarlo como coche principal, con recorridos diarios largos y viajes que muchos considerarían imposibles para un coche así. Uno de los más llamativos fue un desplazamiento de unos 400 km, evitando autopistas y aprovechando puntos de recarga gratuitos, algo mucho más habitual hace unos años que ahora.

El ritmo de uso era intenso: más de 100 km diarios para ir a trabajar. Al finalizar el contrato, el valor de recompra era de 6.800 euros, pero el kilometraje excedía lo pactado. Aun así, lejos de abandonar el modelo, Steven repitió con otro Smart Fortwo eléctrico, esta vez en acabado Prime, más equipado y con carga a 22 kW. Ese segundo coche suma hoy 77.000 km, y terminó quedándose en casa tras el leasing por 11.000 euros, simplemente porque no quería desprenderse de él.
La historia no acaba ahí. Con el anuncio del final de producción del Smart Fortwo, Steven decidió ir un paso más allá. Recorrió concesionarios de toda Francia hasta encontrar una de las últimas unidades fabricadas, producida literalmente el día anterior a su visita a la fábrica. Ese tercer Smart Fortwo eléctrico apenas tiene 8.800 km, y lo utiliza con más cuidado, casi como una pieza de colección.
En todo este tiempo, la experiencia mecánica ha sido razonablemente buena, aunque no exenta de problemas. En el primer coche, la batería fue sustituida en garantía por un aviso recurrente de fallo de tracción, aunque el comportamiento apenas cambió. También hubo que reemplazar una bomba de agua, con una diferencia clara entre el presupuesto oficial, de 1.200 euros, y una reparación independiente que se quedó en 400 euros. En el tercer coche, el fallo fue más serio: el motor se sustituyó con apenas 100 km tras quedarse parado en autopista el mismo día de la entrega.

Lo interesante es que, pese a todo, Steven sigue confiando en el modelo para viajes largos. Ha ido desde la zona de Nantes hasta París, Arcachon o Biarritz, este último a unos 500 km. En autopista circula a 100–110 km/h, con autonomías reales en torno a 80 km, lo que obliga a múltiples paradas. En su viaje más largo realizó hasta siete recargas y tardó prácticamente todo el día, algo que nunca ha vivido como un sacrificio. Simplemente lo asume como parte del viaje.
Con la carga en corriente alterna a 22 kW, una batería de 17,6 kWh se llena en unos 45 minutos, suficiente para continuar. En todos estos años nunca se ha quedado tirado por falta de energía, aunque reconoce haber llegado a recorrer varios kilómetros con el marcador en cero. La red de recarga, según su experiencia, ha crecido al ritmo necesario, aunque hoy nota más saturación en puntos lentos y menos espíritu social que en los primeros años, cuando los conductores de coches eléctricos formaban casi una pequeña comunidad.
Después de tantos kilómetros, Steven no idealiza el Smart Fortwo eléctrico. Sabe que es un coche con limitaciones claras, pero también defiende que bien utilizado puede servir para todo, incluso para viajar. Su caso no pretende sentar cátedra, pero sí demuestra que un coche eléctrico pequeño, con una batería modesta, puede envejecer dignamente y superar cifras de kilometraje que muchos aún consideran imposibles para este tipo de vehículos.



