Francia endurece su legislación de emisiones

El pasado año la administración de Hollande presentaba un nuevo sistema de para incentivar las ventas de vehículos más limpios y eficientes donde las ayudas a la compra de coches eléctricos alcanzaban los 7.000 euros, un programa muy interesante que tenía la curiosidad de que el dinero destinado a estos procedía de lo que se cobraba a los más contaminantes.

De esta forma los vehículos diésel y gasolina debían afrontar un impuesto anual que progresivamente aumentaba su cuantía según se incrementaba su tasa de emisiones, unas cantidades que para 2013 el gobierno francés ha actualizado al alza duramente, doblando el máximo además de rebajar el mínimo donde los vehículos deben comenzar a pagar.

Según vemos en las tablas, un coche está exento de este impuesto hasta una emisión máxima de 135 gramos de CO2 por kilómetro, pasando a pagar 100 euros anuales a partir de los 136 gramos por kilómetro, 300 euros entre los 141 y los 145 gramos por kilómetro, y rompiendo el techo máximo de los 3.000 euros anuales para los que emitan más de 201 gramos por kilómetro que pasarán a pagar nada menos que 6.000 euros anuales para los que tengan una tasa de emisiones de más de 231 gramos por kilómetro.

De esa forma el gobierno logra la financiación necesaria para cubrir el ambicioso plan de ayuda a los vehículos eléctricos, al mismo tiempo que desincentiva la compra de vehículos contaminantes que a los elevados precios de los carburantes, que en algunas partes de Francia ha llegado a alcanzar los 2 euros el litro, se une ahora un brutal impuesto anual que convertirá a los eléctricos en una opción mucho más razonable para cada vez más gente.

Gracias a este sistema de ayudas modelos como el Renault ZOE pasarán a costar 13.700 euros en Francia, más el alquiler de la batería, mientras que el Peugeot iOn saldrá por 22.500 euros antes de las promociones del fabricante francés, precios muy interesantes y casi irresistibles dada la situación de los carburantes y los impuestos en suelo francés.

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