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Las ventajas de utilizar una furgoneta eléctrica en tu negocio

Normalmente, a la hora de hablar de coches eléctricos solemos centrarnos en los turismos, es decir, coches de pasajeros orientados a servir como medio de transporte privado en nuestros desplazamientos diarios. Sin embargo, hay otro importante sector que muchas veces es pasado por alto a la hora de analizar las ventajas de los vehículos eléctricos: el de los profesionales.

En este país, son numerosas las PYMES y las grandes empresas que utilizan en su día a día furgonetas: para repartir pan, para trasladar material de obra, para el reparto de paquetería, para transportar el equipo necesario para realizar trabajos de mantenimiento… En definitiva, es una herramienta de trabajo muy útil y necesaria para un gran número de profesionales.

Normalmente, las furgonetas elegidas suelen estar dotadas de motorizaciones diésel. El principal motivo de esta elección es su menor consumo respecto a los motores de gasolina, pues estas furgonetas suelen realizar un importante número de kilómetros a la semana. Además, su mayor par hace más cómoda su conducción por ciudad.

Sin embargo, frente a la clásica opción diésel, las furgonetas eléctricas se erigen como una alternativa ideal, pues ofrecen numerosas ventajas en aspectos como la economía de uso y la fiabilidad. ¿Merece la pena adquirir una furgoneta eléctrica para un negocio? En este artículo lo analizaremos de forma detenida.

Una de las principales preocupaciones de los profesionales a la hora de decantarse por una furgoneta eléctrica sin lugar a dudas será la autonomía. A causa de su mala aerodinámica y mayor peso, las furgonetas eléctricas tienden a tener menos autonomía que los coches eléctricos dotados de baterías de tamaño similar. Por lo tanto, será importante evaluar nuestros recorridos diarios para ver si la furgoneta se adapta a nuestras necesidades.

Por ejemplo, una Nissan e-NV200 cuenta actualmente con una batería de 40 kWh, homologando 283 km de autonomía bajo el ciclo de homologación NEDC. En condiciones reales tendrá una autonomía en mixto de unos 200 km, sin embargo, esta cifra puede variar mucho dependiendo del escenario de uso: por ciudad, a velocidades iguales o inferiores a los 50 km/h y contando con la frenada regenerativa, lo más probable es que la Nissan supere los 300 km de autonomía reales. Unas cifras que cubrirán de sobra las necesidades de un amplio espectro de potenciales compradores.

Por otro lado, hay que hacer hincapié en la fiabilidad. Al hacer muchos kilómetros, las furgonetas utilizadas en los negocios tienden a envejecer más rápido que un coche normal, por lo que la sustitución de las piezas de desgaste y los fallos prematuros están a la orden del día.

Sin embargo, todo esto se reduce con las furgonetas eléctricas. Su motor sólo tiene una pieza móvil, por lo que las posibilidades de fallo son muy reducidas. Además, no necesitan cambios de aceite, de filtros o de correas. Incluso los frenos tendrán una vida útil más larga gracias al uso de la frenada regenerativa.

Por lo tanto, podemos deducir que la fiabilidad de una furgoneta eléctrica en principio debería mejorar a la de una furgoneta diésel, y que ahorraremos mucho dinero tanto en el mantenimiento como en reparar averías producidas por el desgaste prematuro de algunas piezas. Sin duda, uno de los puntos fuertes de este tipo de vehículos.

nissan e-nv200

Otro de los aspectos más importantes es el coste de utilización. Las furgonetas diésel suelen tener un coste operativo mucho más alto que las eléctricas, pues el precio del combustible es muy superior al de la electricidad, además de que los motores eléctricos son muchísimo más eficientes que los motores diésel.

Cuantos más kilómetros semanales recorramos, mayor será el ahorro y más merecerá la pena una furgoneta eléctrica frente a otra con motor de combustión. Es cierto que suelen tener un precio de partida superior, pero gracias al ahorro que se consigue en combustible suele amortizarse de forma rápida la inversión.

Para alguien que haga 30.000 kilómetros anuales (es decir, unos 120 km diarios durante los 251 días laborables que tiene este año) y consiga una realista autonomía de 190 km en mixto, una Nissan e-NV200 le habrá consumido unos 6.315 kWh a lo largo del año. Con una tarifa valle (0,08 euros el kWh), sólo tendremos que pagar 505 euros anuales en electricidad. Si trabajamos principalmente en la ciudad y conseguimos autonomías de 300 km, la cifra se reduciría a 320 euros.

Suponiendo que una Nissan NV200 con motor 1.5 dCi diésel consuma 6 litros de combustible a los 100 km en mixto, y teniendo el precio del diésel a 1,2 euros el litro, si recorremos 30.000 kilómetros anuales tendremos que pagar 2.160 euros en combustible. Es decir, 1.655 euros más al año que con la variante eléctrica.

Por último pero no menos importante, hay que tener en cuenta la imagen. El uso de una furgoneta eléctrica le da un aspecto moderno a nuestro negocio, y transmite a los clientes preocupación por el medio ambiente y por adaptarse a los tiempos modernos mediante el uso de una herramienta de trabajo avanzada, eficiente y no contaminante.

La conclusión es que las furgonetas eléctricas se han convertido en una gran opción frente a las diésel gracias a sus enormes ventajas en campos tan importantes como los costes operativos y la fiabilidad. Y cuando en unos pocos años los precios se igualen (algunos predicen que para 2020 serán más baratos los coches eléctricos que los diésel, si bien los gasolina tendrán que esperar un poco más) y aumenten todavía más las autonomías, las furgonetas eléctricas se impondrán de forma rotunda como la mejor opción para casi todos los usos.

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