¿Cuánta vida comercial le queda al diésel en Europa?
4 min. lectura
Publicado: 08/06/2018 13:48
Durante años, las motorizaciones diésel fueron las preferidas por los conductores europeos. Este hecho se remonta a la popularización de los motores turbodiésel a mediados de los 80 y a lo largo de los años 90, que llevó a que durante los 2000 fuera el carburante hegemónico en el viejo continente. ¿Qué ventajas ofrecía (y ofrece) el diésel frente a la gasolina?
Para empezar, el consumo de las motorizaciones diésel es notablemente inferior a los coches de gasolina, y el precio del combustible es más barato. Este hecho de por sí atraía a muchos compradores a pesar de que el precio de los coches diésel era superior a sus equivalentes de gasolina, y que la diferencia sólo se podía amortizar realizando muchos kilómetros.
Otro punto a favor, y por el cual el diésel recibió incluso subvenciones en países como Alemania, era que sus emisiones de dióxido de carbono, el más famoso gas de efecto invernadero, eran inferiores a los coches de gasolina. Por lo tanto, las marcas y los gobiernos «vendieron» los coches diésel como una alternativa ecológica e inteligente a las motorizaciones tradicionales.
Sin embargo, con lo que muchos no contaron fue con las emisiones de NOx (óxidos de nitrógeno). Estas partículas son altamente contaminantes, y afectan de forma directa a la salud humana. Así, la proliferación del diésel ha venido asociada a un aumento de los problemas respiratorios en las grandes ciudades y a numerosas enfermedades, entre las que muchos investigadores incluyen el cáncer de pulmón.
Tras el escándalo Dieselgate, que salpicó de lleno a Volkswagen por manipular las emisiones contaminantes de algunos motores TDI mediante un dispositivo de falseo para poder superar las pruebas de homologación, la imagen del diésel se ha visto muy resentida en todo el mundo: ahora es visto como una opción poco atractiva por muchos de sus potenciales compradores.
A raíz de ello, las ventas de coches diésel están cayendo en picado en toda Europa. En Alemania, su principal feudo, ya se encuentran por debajo del 40%, mientras que en otros países como España la gasolina por primera vez en años domina el mercado. El empuje de los híbridos como sustituto natural de los motores diésel también le está pasando factura, con marcas como Toyota eliminando de su gama los motores D-4D diésel en favor de los sistemas híbridos gasolina/eléctrico.
A pesar de todo, parece que al diésel todavía le queda cuerda: empresas como Lex Autolease dejan claro que para el transporte de larga distancia, el diésel continúa sin rival. Por lo tanto, aquellas personas que realicen muchos kilómetros anualmente o las empresas de transporte seguirán apostando por este combustible durante años.
Sin embargo, los representantes de esta empresa no parecen estar teniendo en cuenta la rápida evolución de las baterías de los coches eléctricos, que en unos años permitirán autonomías similares a un coche de combustión. Si a esto le unimos un coste por kilómetro muy inferior a un diésel, nos encontramos con una situación muy favorable para la implantación de esta tecnología entre las empresas de transporte y reparto.
Por lo tanto, lo más probable es que las motorizaciones diésel comiencen a desaparecer de nuestro mercado según vaya avanzando la década que viene, para ser testimoniales o inexistentes en 2030.