
Europa se rinde a los ingenieros chinos para aprender a fabricar baterías: “Es mejor confiar en la gente que más sabe”
Los esfuerzos para conseguir la independencia de China en lo que a producción de baterías se refiere exige, sí o sí, de la experiencia de los asiáticos para adaptar las nuevas fábricas. Francia es un buen ejemplo de ello.

China lleva dos décadas aprendiendo y fabricando baterías para coches eléctricos y Europa, podríamos decir, ha empezado desde cero hace apenas un lustro. Es la dura y cruda realidad a la que nos enfrentamos aquí, por lo que cualquier esfuerzo extra en forma de incentivos o apoyo a la industria son bienvenidos. Los últimos planes anunciados por la Comisión Europea, e incluso por el gobierno de España con el Plan Auto 2030, van en esa dirección.
Ahora bien, ese dominio de los chinos en el campo de las baterías, extendido de forma genérica a los asiáticos, no puede minimizarse. Su importancia es vital incluso para que Europa avance en sus planes de producción de baterías. Ya no solo hablamos del control de las materias primas, también de su experiencia en el campo.
Y es algo que los políticos deberían tomar nota. El comisario europeo Stéphane Séjourne criticó hace poco que haya «fabricantes que ensamblan coches chinos en Europa con componentes chinos y personal chino» en España y Hungría: «Eso no es aceptable. Es necesario introducir condiciones a la inversión extranjera en Europa», dijo.
En el campo de las baterías, la cosa es bien diferente, como se ha demostrado con la llegada de CATL a Europa, y el ejemplo más claro lo tenemos aquí en España. En la futura planta de baterías en Figueruelas, de la mano de Stellantis, el gigante de las baterías chinas insiste en que para llevar a cabo su plan necesita traer a nuestro país 2.000 ingenieros, técnicos y gerentes chinos.

«No es que no estemos dispuestos a contratar trabajadores locales; es que necesitamos técnicos experimentados para construir y perfeccionar las líneas de producción y poner en marcha los equipos. Durante este proceso, se capacitará a los trabajadores locales para que puedan hacerse cargo gradualmente de la operación. La planta alemana pasó por un proceso similar y el proyecto húngaro está pasando ahora por el mismo», comentó recientemente Meng Xiangfeng, vicepresidente de la compañía.
En nuestro país vecino, en Francia, en la región norteña conocida ya como “Battery Valley”, o “Valle de las Baterías”, han interiorizado la importancia de los expertos asiáticos. El país galo es de los más avanzados en sus planes de independencia industrial en la producción de baterías. En la fábrica de Verkor, por ejemplo, cerca de Dunkerque, serán clave en su inauguración los especialistas de Corea del Sur y Malasia.
En AESC, cerca de Douai, se fabrican celdas que alimentan a las baterías de Renault R4, R5 y Nissan Micra. La compañía japonesa, ahora propiedad de la empresa china Envision, tiene experiencia de 15 años fabricando baterías. Los ingenieros y técnicos chinos llevan meses supervisando a los trabajadores franceses en la puesta en marcha: «Ellos son quienes nos capacitan sobre los equipos, cómo operarlos, cómo solucionar los problemas. Todavía los necesito, mucho menos que al principio, pero es reconfortante que todavía estén aquí».

Son palabras de Ericka Redjimi, trabajadora en AESC, la cual reconoce que la comunicación a veces es complicada («Utilizamos Google Translate a menudo»), pero reconoce el valor de estos cerca de 150 expertos chinos, que dirigen en Douai a 800 empleados locales. «Lo que siempre es complicado es dominar el equipo, muchas veces procedente de Asia, y la formación del personal. El objetivo es realmente la transferencia de habilidades. Vienen por un periodo de entre seis meses y dos años, pero no están destinados a quedarse».
Otra de las fábricas francesas, la de ACC (empresa conjunta de Stellantis, Mercedes y TotalEnergies), firmó a principios de este año una asociación temporal con un fabricante de baterías chino en su ampliación de la producción. «Es mejor confiar en la gente que mejor sabe», de cara a acelerar el aprendizaje de unos procesos considerados «realmente delicados», reconoce Yann Vincent, CEO de la compañ��a.
Fuente | Spacedaily.com



