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Uno de los principales problemas del coche eléctrico en España. Hay pocos puntos de recarga, y la mayor parte se concentran en Madrid y Barcelona

Lanzarse a la compra de un coche eléctrico en nuestro país no es una tarea fácil. Desde la poca predisposición de los comerciales de las marcas tradicionales, hasta los engorrosos trámites burocráticos para acceder a unas exiguas ayudas públicas. Algo a lo que podemos sumar una débil red de recarga que además cuenta con una enorme desigualdad en cuanto a expansión geográfica.

Según la Asociación Nacional de Fabricantes de Coches y Camiones (Anfac) en España hay unos 2.900 puntos de carga públicos para coches eléctricos. Un número escaso si lo comparamos con los 28.000 puntos públicos que hay censados en Francia, y que además se enfrenta a problemas como la falta de mantenimiento, que provoca que muchos estén fuera de servicio, la falta de civismo de conductores de coches con motor de combustión ocupando las plazas, a la grave falta de unificación en cuanto a activación y pago de las redes, y además a un reparto geográfico muy desigual.

Un 43% de los puntos de recarga públicos que hay en España se concentran en Madrid y en Barcelona. Un dato que se añade a que las estaciones situadas en los nudos de conexión, fuera de las zonas urbanas, apenas llegan a los 270 puntos. Algo que provoca que realizar desplazamientos moderadamente largos en algunas provincias sea algo muy complicado.

A esto se añaden los desiertos que esta dispersión de la instalación de las redes está teniendo en nuestro país, con gran cantidad de puntos acumulados en un par de ciudades, mientras que en el resto como Soria, Santiago de Compostela, o Pontevedra, apenas tengan uno o dos puntos públicos en toda la ciudad.

Esto hace que la alternativa de comprarse un coche eléctrico se limite todavía más de lo que la situación socio económica provoca en nuestro país. Algo que hace que muchos opten por comprar modelos pequeños de baja autonomía como segundo coche de casa, ante la imposibilidad de acceder a los modelos de mayor autonomía por culpa de su elevado precio.

Una situación que paradójicamente nos muestra que el coche eléctrico más vendido sea precisamente un modelo de precio elevado, de amplia autonomía, que además tiene la importante peculiaridad de contar con una importante red de carga pública y rápida, de precios más que razonables, y disponible las 24 horas del día los 365 días del año, y sin necesidad de aplicación ni tarjeta. Hablamos del Tesla Model 3.

Un ejemplo de que para que el coche eléctrico despegue en cuanto a ventas necesita además de ayudas públicas que rebajen algo los elevados precios, también un dramático impulso de las redes de carga, pero además un trabajo por parte de las operadoras para facilitar el uso de dichas redes, que el cliente no tenga que estar instalando una nueva aplicación y dándose de alta cada vez que pare a recargar.

Unos coches eléctricos que a pesar de los muchos palos en las ruedas que se les pone desde diferentes ámbitos del país, están logrando progresar en cuanto a ventas y entre enero y septiembre de este año, se han matriculado un total de 7.462 coches eléctricos, sin contar híbridos enchufables. Una cifra que supone un crecimiento del 119% respecto al mismo periodo de 2018, pero no evita que la cuota de mercado del coche eléctrico en septiembre haya sido de apenas el 0.97%.

Un dato muy mejorable que debería sufrir un importante crecimiento en 2020 gracias no sólo al aumento de la oferta, sino también por la expansión de las redes de carga de las grandes eléctricas que han soltado ligeramente el freno de mano y están empezando a desplegar nuevos puntos cada semana, que se suman a la lenta expansión de iniciativas como IBIL, Easycharger o Wenea, que pelean contra los elementos para lograr instalar sus puntos.

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