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Esta batería de flujo alcanza los 2 MWh de capacidad y es una alternativa económica y sostenible como respaldo de las energías renovables

Si queremos un futuro donde las energías renovables se encarguen del grueso de nuestras necesidades energéticas, regular su intermitencia es uno de los grandes retos a superar. Algo que llevará a una maximización del sistema eléctrico que tendrá un elevado coste económico, o al uso de sistemas de almacenamiento en su mayor parte con un coste muy elevado. Pero en el mercado hay soluciones ya funcionales que pueden ayudar a facilitar esta transformación del sector. Las baterías de flujo.

Según sus defensores, se trata de una tecnología que nos ofrece una alternativa viable técnica y económicamente para ser un respaldo para las energías renovables, pero también como alternativa al gas o el carbón para cubrir los picos de demanda.

La empresa australiana Redflow acaba de poner en marcha la que es su mayor instalación de baterías de flujo hasta la fecha. Una solución que en vez del litio, optar por un sistema de bromuro de cinc (ZnBr2) que se almacena en dos tanques. Un tanque almacena el electrolito positivo y el otro el negativo. Se trata de una reacción reversible que genera electricidad cuando ocurre y que puede volver a su origen aportando la misma.

El sistema de almacenamiento está formado por 192 baterías de flujo de zinc-bromuro, diseñado para almacenar hasta 2 MWh de energía y ayudar a reducir los picos de demanda en una planta de bioenergía en California.

El proyecto ha permitido crear una microrred formado por las baterías, un sistema de acondicionamiento de biogás para apoyar una unidad de cogeneración alimentada con biogás de 2 MW y un sistema de control de la microrred. El sistema de batería se compone de 12 módulos de 160 kWh cada uno agrupados en cuatro cadenas y conectados a cuatro inversores Dynapower de 125 kW por unidad.

Entre los beneficios de esta tecnología está su elevada vida útil. Según sus desarrolladores, pueden soportar más de 10 años de uso sin notar pérdida de rendimiento en unos procesos de carga y descarga que pueden llegar al 100%. Una cifra que podemos comparar con el 60% de las baterías de plomo, o el 80-90% de las de litio.

Otro aspecto positivo es que este tipo de acumuladores pueden trabajar en condiciones de calor extremo, hasta 50 grados centígrados, y de forma segura por la separación física de sus componentes y el líquido retardante del que están formados. Factores a los que se suman su facilidad para ser recicladas una vez terminada su vida útil ya que su cuerpo está formado por plástico, aluminio y acero, mientras que el electrolito se puede quitar y limpiar y utilizar en una nueva batería.

Una tecnología que aúna sostenibilidad, precios más económicos que las baterías de litio convencionales, una vida útil extensa, y además un sistema que puede ser escalado según las necesidades del cliente, y que nos demuestra que atenuar las intermitencias de una red eléctrica basada en energías renovables es técnicamente posible, aunque supondrá realizar importantes inversiones tanto en maximizar la red, como en dibujar un sistema capilar con almacenamiento a gran y pequeña escala con estas económicas baterías que están técnicamente listas, y solo necesitan la visión y la inversión necesaria.

Fuente | Redflow

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