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Rusia corta indefinidamente el gasoducto Nord Stream 1 a Europa, hasta que se levanten las sanciones

Al principio de la invasión rusa de Ucrania, una de las primeras medidas que se tomaron en Alemania fue no poner en marcha el gasoducto Nord Stream 2, pero ha estado fluyendo el gas de forma regular por el existente Nord Stream 1. El flujo se ha cortado un par de veces por razones supuestamente técnicas, la última vez el 31 de agosto, pero ya podemos considerarlo cortado por razones políticas a todos los efectos.

Las sanciones económicas impuestas a la Federación Rusa sí están siendo efectivas, y la prueba de ello es que el Kremlin ha anunciado que si no se levantan las sanciones, el Nord Stream 1 no volverá a soltar más gas para Europa. Los futuros del precio del gas han subido más de un 30%, y para octubre ya se acercan a 3.000 dólares por 1.000 metros cúbicos.

Mientras esto sucede, la Unión Europea solo ha mitigado parcialmente el problema de suministro de gas, los precios de la electricidad siguen íntimamente ligados al precio del gas -salvo en Portugal y España, que cuentan con la «excepción ibérica»-, y ni los proveedores del Magreb ni los barcos metaneros pueden reemplazar al gas ruso ni rápidamente ni en la misma cantidad. Ambos participantes en el pulso ya tienen las venas de los brazos marcadas.

El corte del Nord Stream 1 no significa el corte total de gas ruso a Europa, quedan las canalizaciones a través de Ucrania y Turquía, pero la pérdida de volumen de gas no es despreciable en modo alguno. Tanto la Unión Europea como la Federación Rusa se acusan mutuamente de haber generado un problema, los primeros por el uso de la energía como arma, y los segundos por usar las sanciones como arma.

Todo el abanico de soluciones propuesto para cortar la dependencia europea al gas ruso son para el medio y el largo plazo, pero a corto plazo no van a ser eficaces. Ante el escenario poco probable de que las potencias occidentales den marcha atrás en su castigo a la economía del país agresor, cada vez queda más claro que el otoño y el invierno serán duros, y que habrá que hacer dolorosos ajustes tanto para industrias como para particulares.

La semana pasada la Unión Europea dijo que intervendría el sistema eléctrico de forma «urgente», y está prevista una cumbre extraordinaria para el viernes en Praga. Están convocados los ministros de Energía de los 26 Estados miembro. Las normas del sistema actual se idearon para un mundo que ya no existe, en el que tenía sentido favorecer las energías más limpias y penalizar las intensivas en carbono, pero eso solo funcionaba si durante la transición se disponía de energía fósil y barata. Como suele decirse, les ha pillado el toro.

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