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Los coches de gas natural desaparecen del mercado

Hace apenas cinco años, los coches a gas eran vistos por políticos e industria como una solución a largo plazo para sustituir al diésel y gasolina. Una apuesta que ahora se ha tornado en absoluto fracaso con mercados como Alemania que ha pasado de bandera, a vender cero coches en todo lo que llevamos de año. Es la crónica de un fracaso anunciado.

La ventaja estaba clara. El menor coste del gas frente al diésel suponía que un coche de similares características pasase de costar en mercados como Alemania 13 euros cada 100 kilómetros, a unos 6 euros. Algo que supuso una fuerte apuesta por parte del gobierno alemán y los grupos locales que se quisieron posicionar como líderes en esta tecnología.

En aquél entonces todo pintaba perfecto para la industria del gas. En 2018, el Grupo Volkswagen lanzó una gran ofensiva desplegando una gran oferta de vehículos. Una apuesta que incluyó grandes alabanzas por parte de los directivos como Stephen Neumann, entonces representante de Volkswagen para la tecnología del GNC, que en una entrevista indicó que: “El gas natural tiene una perspectiva a largo plazo en el sector de la automoción y no debe verse como una solución provisional. Necesitamos reducir las emisiones de CO2 en las ciudades. No puedes hacer eso solo con los autos eléctricos«.

Esta apuesta supuso una verdadera avalancha de modelos del Grupo Volkswagen. Las marcas llegaron a poner en venta hasta 18 modelos diferentes, desde urbanos hasta el Audi A5. Incluso había planes para establecer su propio sistema de suministro de GNC y duplicar la red de estaciones de servicio a nivel nacional a 2.000 estaciones para 2026.

La iniciativa dio sus frutos: en 2018 se vendieron en Alemania 10.800 coches de gas natural, el triple que el año anterior.

Pero apenas cinco años después, el panorama ha dado un giro de 180 grados. En lo que llevamos de año se han matriculado cero coches a gas. Incluso los fabricantes eliminaron discretamente la oferta de modelos a gas de sus configuradores. No solo Volkswagen. Hace unos años, Fiat tenía ocho modelos de GNC en su cartera, mientras que Opel tenía tres. BMW, Mercedes o Ford y otros también ofrecían uno u otro vehículo a gas natural. Ahora son cero.

Desde la industria del gas se ha echado la culpa a las políticas del gobierno centradas en promocionar a los coches eléctricos e híbridos enchufables. Y a donde van las políticas públicas, van las ayudas, y detrás los fabricantes.

Otra razón son las emisiones de CO2. Los fabricantes no pueden contabilizar las emisiones de CO2 de los vehículos a gas natural en el límite de sus flotas. Por otro lado, la industria se queja de que incluso a pesar de que logran mejores cifras que los híbridos enchufables de empresa, que raramente se recargan, las ayudas y las políticas los han dejado de lado.

El resultado es un mercado en fase de desaparición total. Y es que en el pico de ventas llegaron a circular por las carreteras alemanas 100.000 coches a gas. Hoy se estima que quedan 80.000. Lo mismo con las estaciones de repostaje, que han pasado de las 1.000 en su mejor momento, a las 800. Y bajando.

Algo que supondrá el final del gas cuando estos modelos lleguen al término de su vida útil, y que en la práctica tendrá como resultado que muchos ni siquiera podrán terminar de usarlos por la pérdida de la red de repostaje que acelerará sus cierres según baje el número de vehículos por una simple cuestión de costes de mantenimiento de la infraestructura.

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