
Ni el frío ni los falsos mitos: así logró Noruega implantar masivamente el coche eléctrico
Noruega ha transformado su parque automovilístico, alcanzando un 88,9% de ventas de vehículos eléctricos en 2024. Gracias a incentivos fiscales, una infraestructura de carga sólida y adaptaciones al clima frío, el país escandinavo se posiciona como líder mundial en movilidad eléctrica, ofreciendo un modelo replicable para otras naciones.

Noruega, un país conocido por su fríos inviernos, reservas de petróleo y vastos paisajes árticos, ha logrado lo que muchos considerarían imposible, convertirse en líder mundial en la adopción de coches eléctricos. Así lo han logrado y estas son algunas de las lecciones que deberíamos aprender.
En 2024, el 88,9% de los nuevos coches vendidos en el país nórdico fueron completamente eléctricos, y en regiones remotas como Finnmark, al norte del Círculo Polar Ártico, y donde el frío aprieta especialmente en sus crudos inviernos, las ventas alcanzaron el 74%.
Incentivos estatales: la clave del éxito
El notable avance de Noruega hacia la electrificación del transporte no es fruto del azar. Desde principios de los años 90, el gobierno noruego ha implementado políticas fiscales favorables para fomentar la adopción de la movilidad eléctrica. Estas incluyen la exención del IVA del 25%, así como de impuestos de importación y matriculación, que en este país son bastante elevados. Algo que ha permitido igualar precios incluso en una fase temprana de la adopción.
Además, los propietarios de eléctricos han disfrutado de beneficios adicionales, como descuentos en peajes, billetes de ferry y estacionamiento, y acceso a carriles exclusivos para autobuses. Aunque algunas de estas ventajas se han reducido recientemente, y algunas han sido eliminadas, los eléctricos siguen siendo una opción económicamente atractiva en comparación con los vehículos de combustión interna. Y el dinero manda.
Infraestructura de carga robusta y accesible

Uno de los pilares del éxito noruego en la adopción es su extensa red de estaciones de carga. El país cuenta con más de 9.700 cargadores rápidos distribuidos en 1.684 ubicaciones, lo que garantiza que los conductores nunca estén lejos de una estación de carga.
Además, la mayoría de los noruegos pueden cargar sus vehículos en casa, gracias a políticas que garantizan el «derecho a cargar» para los residentes de apartamentos. Algo que también tenemos en España. Esta combinación de infraestructura pública y privada ha eliminado gran parte de la «ansiedad de autonomía» que a menudo acompaña a la adopción de VE.
A pesar de las temperaturas extremas en regiones como Finnmark, donde los termómetros pueden descender por debajo de los 50 grados bajo cero, los coches eléctricos han demostrado ser incluso más fiables que los de combustión. Aunque las bajas temperaturas pueden reducir la autonomía, los noruegos han adoptado estrategias para mitigar estos efectos, como el uso de bombas de calor y la precarga de las baterías antes de los viajes. También ayuda en este caso el tener siempre cerca un cargador rápido.
El modelo noruego demuestra que, con políticas gubernamentales coherentes, inversiones en infraestructura y educación pública, es posible lograr una transición significativa hacia la movilidad eléctrica, incluso en condiciones climáticas desafiantes. Si bien la riqueza del país y su pequeña población han facilitado este proceso, los principios subyacentes pueden adaptarse y aplicarse en otros contextos para fomentar la adopción del coche eléctrico a nivel global.
Y es que si funciona en Noruega (88.9% de cuota de ventas en 2024) China (25%) Suecia (35%) o Portugal (19.9%) ¿por qué no en otros lugares?