
Tesla evita una multa diaria de 50.000 euros cambiando cinco palabras
Tesla ha tenido que modificar una parte de su página web para evitar que la justicia francesa le condene al pago de una multa de 50.000 euros cada día. Casi 20 millones de euros al año que podrán evitarse modificando la denominación que la marca americana da a su sistema de ayuda a la conducción.

Tesla no atraviesa su mejor momento en Europa. A la caída en las ventas de coches eléctricos general, con excepciones llamativas como la de España, la creciente competencia y la falta de novedades en su gama, se suma la presión de las autoridades francesas, que han obligado a la compañía a rectificar en uno de sus frentes más polémicos: la denominación de su sistema de asistencia a la conducción.
El sistema Autopilot de Tesla está limitado al nivel 2, con funciones de mantenimiento en el carril y control de velocidad adaptativo. En todo momento requiere que el conductor mantenga las manos en el volante y supervise la conducción. Sin embargo, durante años la compañía lo ha publicitado con expresiones que han generado confusión en los usuarios y recelos en las autoridades.

En junio de 2025, la Dirección General de la Competencia, el Consumo y la Represión de Fraudes acusó a Tesla de prácticas comerciales engañosas por el uso del término “capacidad de conducción autónoma total”. La advertencia no era menor: la sanción prevista alcanzaba los 50.000 euros diarios de multa si la marca no modificaba de inmediato su oferta comercial.
La reacción no se hizo esperar. Tesla ha rebautizado esta opción en su configurador francés bajo la denominación “conducción automática (supervisada)”, un matiz que refleja mejor la realidad técnica del sistema. La supervisión activa del conductor sigue siendo obligatoria, como demuestran los numerosos accidentes registrados cuando algunos usuarios han decidido desentenderse del volante, llegando incluso a dormirse o a ocupar los asientos traseros. En España, la denominación sigue como antes con "Capacidad de conducción autónoma total".
Además del cambio de nombre, Tesla ha revisado también la descripción de esta opción, cuyo coste es de 7.500 euros. Antes, el configurador señalaba que “las próximas actualizaciones permitirán a su vehículo desplazarse casi a cualquier lugar en total autonomía”. Una formulación que ahora ha pasado a escribirse en condicional: “las próximas actualizaciones deberían permitir a su vehículo desplazarse casi a cualquier lugar en total autonomía”. El simple matiz lingüístico elimina el carácter de promesa en firme, y con ello el riesgo de ser acusada de publicidad engañosa.
Este movimiento confirma que la presión regulatoria europea empieza a tener efectos en la forma de comunicación comercial de Tesla. No es la primera vez que la marca recibe acusaciones de inflar las capacidades de su sistema Autopilot, tanto en Europa como en Estados Unidos, donde diversos estudios han señalado que no se trata del sistema de asistencia más avanzado del mercado. En ese apartado, compañías como Ford o Mercedes han logrado situarse en posiciones más sólidas.

Por ahora, Tesla todavía no ofrece en Europa el denominado FSD, la evolución de Autopilot que promete un nivel 3 de autonomía. Y no lo hace por cuestiones legislativas que impiden su despliegue.
Este grado permitiría al vehículo circular de forma autónoma en determinadas circunstancias sin que el conductor tenga que supervisar constantemente la conducción. Actualmente, solo Mercedes comercializa en Europa un sistema homologado de nivel 3 en sus EQS y Clase S, en condiciones muy concretas, mientras que Tesla ha comenzado a desplegarlo en Estados Unidos tanto para clientes privados en modo supervisado como en pruebas de robotaxis en conducción completamente autónoma.
El cambio de cinco palabras en la descripción del Autopilot le permite a Tesla evitar una sanción que podría haberle supuesto un coste de varios millones de euros en pocas semanas. Una rectificación pequeña en apariencia, pero con un enorme impacto para una marca que, además de competir en el mercado, debe ahora lidiar con el escrutinio cada vez más estricto de las autoridades europeas.
Fuente | Numerama