Un poco de historia: El extensor de autonomía de Mercedes de 1982
Hoy recuperamos nuestra sección Un poco de historia, donde repasamos esos diseños del pasado en el segmento de los coches eléctricos.
Una mirada al pasado, que nos permite ver lo mucho, o poco, que hemos avanzado en los últimos años. Hoy le toca el turno a un eléctrico con extensor de autonomía. El Mercedes W123 T. Un prototipo basado en el modelo de serie, que en 1982 era presentado en la feria de Hanover, y que suponía todo un anticipo del futuro de la automoción.
Y es que el W123T escondía en su interior conceptos que 32 años después están de plena actualidad, o incluso que ya han dejado de estarlo.
Contaba con un motor eléctrico de 41 CV, alojado en la zona delantera. Este se conectaba con el eje trasero, y estaba gestionado por una caja de cambios de cuatro velocidades. En la zona posterior encontramos también un gigantesco pack de baterías de niquel-hierro refrigeradas por líquido, que con sus 600 kilos, proporcionaban al Mercedes una autonomía de hasta 100 kilómetros.
El principal problema además de su peso, es que ocupaba la totalidad de la zona de carga, y eso que hablamos de un Mercedes Clase E familiar, que se caracteriza por ser un modelo bastante grande.
Sin duda la principal característica de esta batería, era que podía ser sustituida de forma manual. Un cambio de baterías que se adelantó a Better Place, tanto en su puesta en marcha, como en su defunción, ya que este como el resto de tecnología, no pasó del prototipo.
Para el extensor de autonomía, Mercedes había optado por un motor tal vez demasiado pequeño. Un dos cilindros gasolina, que apenas era capaz de proporcionar otros 50 kilómetros de autonomía. El peso del conjunto era demasiado para este. Una configuración que nos recuerda mucho a la que encontramos en el BMW i3 rex.
El resultado era un coche grande, pesado y muy lento. Su velocidad máxima oficial era de 80 km/h, pero suponemos que durante las pendientes, las cosas se pondrían bastante complicadas. Una pena que no contase con un motor eléctrico más potente, o por lo menos con un extensor con algo más de punch.
Como casi todos los prototipos, el W123 T sirvió para explorar nuevas vías. Nuevos caminos que llevaron a Mercedes a probar con configuraciones eléctricas puras. Pero la limitación de las baterías, peso, vida útil, precios…etc, hizo que Mercedes descartase su puesta en el mercado de forma definitiva.
Hemos tenido que esperar hasta este mismo año, 2014, cuando podamos ver por fin el primer coche eléctrico de Mercedes. Nada menos que 32 años después de ver esta joya de la automoción. Un clásico que estamos seguros estará a buen recaudo en el museo del fabricante alemán.