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La administración de Obama se lo vuelve a pensar con el hidrógeno

El departamento de energía de los Estados Unidos, se está replanteando de nuevo su apoyo a los sistemas de pila de combustible de hidrógeno en un nuevo amago por reducir los fondos públicos que se destinan para su investigación. Parece que las flojas ventas de los coches con batería, están detrás de una decisión que podría reducir más el dinero invertido en la evolución de un sistema que para muchos, es una solución real de movilidad.

Uno de los principales problemas que se usan para argumentar esta bajada de los fondos, es el coste de lograr un despliegue mínimo de estaciones donde repostar los vehículos, una infraestructura mucho más compleja y costosa que los sistemas de recarga para coches eléctricos, y que General Motors ha estimado en unos 20.000 millones de euros para una red de 11.000 hidrolineras.

Según esta cuenta, son casi dos millones de euros por cada instalación, una cifra que debería enfrentarse a un parque móvil anecdótico, producto de una baja producción y unos costes elevados, algo que solamente se lograría rebajar aumentando las ventas y con ello el ritmo de las fábricas, pero para ello hace falta una infraestructura que anime a los compradores, lo que nos lleva al dilema de la pescadilla que se muerde la cola.

El principal problema no es solamente el coste de las instalaciones, o la inexistencia de una oferta mínima de coches con pila de combustible, como mínimo hasta 2015-2016, el mayor inconveniente es que nadie quiere hacerse cargo del coste de la infraestructura de recarga, un gasto que debería recaer en los fabricantes, que no están por la labor de afrontar ese esfuerzo, e incluso petroleras como Shell, están cerrando sus instalaciones en zonas como Nueva York o Washington, D.C.

Parece que la administración de Obama dará marcha atrás en la política de su predecesor, y reducirá las ayudas al desarrollo de la tecnología de la pila de combustible, que tendrá que valerse por si misma para lograr una implantación que en estos momentos es mínima, con apenas 50 estaciones de repostaje en los Estados Unidos, y unas decenas en Europa, lo que es claramente insuficiente para un parque móvil que al contrario de los coches eléctricos con batería, no pueden repostar en cualquier lado y necesitan disponer de una mínima red de hidrolineras antes de llegar al mercado.


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Fuente | Slate


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