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Un poco de historia: el primer coche eléctrico español

Emilio de la Cuadra i Albiol es un emprendedor adelantado a sus tiempos que en el año 1898 funda en Barcelona la Compañía General Española de Coches Automóviles E. de la Cuadra, una empresa pensada para la fabricación de automóviles.

Como por aquel entonces la fabricación de coches con motor de combustión estaba en manos de otra marca y que disfrutaba de esos derechos en exclusiva, de la Cuadra aprovechando su profundo conocimiento del sector de la electricidad se lanzó al diseño y fabricación de vehículos eléctricos, que por aquel entonces también comenzaban aparición en Europa.

Pero el principal problema era que la tecnología disponible por aquel entonces no era precisamente buena en España, y desde el principio se encontraron con el problema de usar las pesadas baterías existentes, o buscar un diseño novedoso que permitiese reducir el elevado peso que los vehículos eléctricos debían soportar por aquel entonces.

Los primeros intentos no fueron nada alentadores, ya que sus modelos en el mejor de los casos apenas lograban recorrer entre cuatro y cinco kilómetros antes de quedarse sin carga en sus baterías, e incluso se intentó colocar un motor de gasolina a forma de generador, pero esa solución tampoco funcionaba.

Pero la historia de un vehículo que se movía sin ruido y además disfrutaba de una conducción sencilla corrió entre la población, y de esa manera de la Cuadra logró un contrato para la fabricación de un ómnibus eléctrico para el hotel Oriente de Las Ramblas, que lo necesitaba para ir a buscar a sus clientes a la estación de Francia.

Este lujoso transporte de 5.5 metros de largo, 2,2 metros de ancho y 3 metros de altura, debía ser capaz de transportar a 20 personas, además de contar con detalles como alumbrado eléctrico exterior e interior y espacio cubierto para 500 KG de equipaje, lo que en total sumaban nada menos que 7.000 kilos de peso, una tarea titánica para los apenas 30 kW (41 CV) de potencia de sus dos motores eléctricos.

El diseño de las baterías era obra de Carlos Vellino, y constaba de una serie de láminas de madera contrachapada recubiertas por una fina capa de plomo capaces de suministrar 450 amperios hora a 110 voltios, que además sería respaldado por un motor gasolina de 15CV de potencia, pero a pesar del intenso trabajo de todo el equipo de de la Cuadra, no lograron que este sistema funcionase y al final se decidió optar por montar un pack de baterías de plomo, que durante su presentación apenas le permitieron   recorrer unos metros antes de dejar de funcionar.

Este supuso el abandono de los proyectos eléctricos de la empresa de la Cuadra, y su paso al pujante mundo de los motores de combustión que a pesar de su complejidad y dificultad para ser conducidos, lograron imponerse a unos eléctricos a los que sólo les faltaba una evolución de los acumuladores para haberse convertido en los motores del siglo XX.

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Fuente | Autopasión18


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