Aunque asociemos a los coches eléctricos con las últimas dos décadas, estos existen desde principios del siglo pasado, sin lugar a duda fueron devorados por un petroleo barato y abundante, pero en determinados momentos, la ausencia del «oro negro» impulsó el desarrollo de tecnologías de transporte sostenible, que repasamos en esta serie de artículos.
Sin duda estos días el fabricante que más ruido está haciendo en el mundo de la automoción eléctrica es Nissan, gracias al lanzamiento del Nissan Leaf, su primer modelo eléctrico que lleva ya tres años con nosotros. Pero hace bastante tiempo, concretamente en el año 1947, recién terminada la traumática segunda guerra mundial el germen de la marca japonesa lanzó al mercado un modelo eléctrico que llegaba como respuesta ante la escasez de carburantes.
Se trataba del NissanTama, un pequeño utilitario desarrollado por miembros del ejército que se quedaron sin empleo al finalizar la contienda mundial, un modelo que fue utilizado principalmente como taxi y estuvo en producción solamente tres años, precisamente hasta que Japón recuperó el flujo de petroleo.
Disponía de un motor de corriente continua con una potencia de 4,4 CV que le permitía alcanzar una velocidad máxima de 35 km/h y con cada carga de sus baterías de plomo podía recorrer hasta 96 kilómetros, una cifra realmente sorprendente ya que hablamos de un coche de mediados del siglo pasado.
Incorporaba avances vanguardistas para la época, como la apertura de la tapa del motor mediante una única pieza, lo que facilitaba el acceso y las reparaciones, además de otros elementos como los intermitentes, que funcionaban mediante un sistema manual sin componentes eléctricos. Antes del final de la producción Nissan lanzó una variante, una versión pickup que proporcionaba una gran superficie de carga.
Finalmente el proyecto fue totalmente abandonado hasta que en 1990 Sony desarrolla una batería de litio, entonces Nissan retoma la idea de desarrollar un modelo eléctrico que finalmente cristalizará en el modelo Prairie, un modelo que ha servido durante seis años en uno de los lugares más extremos del planeta, la base situada en Svalbard (Noruega) la población más septentrional del planeta.
Pero el prototipo no paso de ser un modelo de exposición y nunca entró en la cadena de producción, solamente 30 unidades vieron la luz pero que fueron el germen del que nacería la nueva generación de coches eléctricos que parece que por fin han logrado el sueño de despegar a nivel comercial.
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