Europa cede ante Alemania y permitirá la venta de motores de combustión a partir de 2035

En una entrevista para un medio alemán, el comisario europeo de Transportes ha adelantado la noticia que va a revolucionar la industria automovilística de nuestra región. Europa va a ceder a las presiones recibidas desde Alemania y revisará la prohibición del 2035.

Europa cede ante Alemania y permitirá la venta de motores de combustión a partir de 2035
Europa abrirá la mano con los motores de combustión interna a partir del 2035.

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Publicado: 03/12/2025 09:01

Las presiones constantes desde Alemania en los últimos meses parece que van a surtir efecto: la carta enviada por el mismísimo canciller a la presidenta de la Comisión puede haber sido el detonante. Europa, que debería presentar una revisión de plan para prohibir los motores de combustión en 2035 y potenciar el coche eléctrico el próximo 10 de diciembre, va a recular definitivamente.

Así lo ha hecho saber el comisario europeo de Transportes, Apostolos Tzitzikostas, que ha adelantado algunas de las claves del plan en una entrevista para el medio alemán Handelsblatt. Como sabemos, en 2023 la Comisión Europea lanzó el aviso: a partir del 2035, solo se permitiría la venta de coches eléctricos y de pila de combustible. Ni motores de gasolina, ni diésel, ni híbridos, ni híbridos enchufables ni de gas.

Pues bien, parece que a partir de esa fecha los motores de combustión seguirán con vida, pero con una condición importante: deberán estar alimentados por combustibles sintéticos (e-fuels) o por biocombustibles. Es una de las premisas que había pedido el canciller alemán en su carta a Ursula von der Leyen, permitir la supervivencia de los «modelos con motor de combustión de alta eficiencia».

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El comisario europeo, cuestionado si se iba a permitir la venta de vehículos híbridos y térmicos con combustibles alternativos, dijo a Handelsblatt que están «abiertos a todas las tecnologías, la carta del canciller Merz tuvo una excelente acogida», reconociendo que en el nuevo plan se incluirán «todos los avances tecnológicos, incluido el papel de los combustibles de cero emisiones y de bajas emisiones, así como de los biocombustibles avanzados».

Es innegable la importancia de las presiones recibidas desde Alemania, principal pulmón de la industria automotriz en Europa, para que se llegue a tomar esta decisión. El mercado de nuestra región se enfrenta a «recientes evoluciones geopolíticas», como la expansión de los coches eléctricos chinos, que han intentado ser frenados con los aranceles proteccionistas.

Pero además, el comisario europeo insiste en la «necesidad de proteger la cadena de valor automotriz». Y eso es precisamente en lo que presionaban desde los máximos responsables de las marcas y la industria alemana. «Necesitamos todas las tecnologías para alcanzar la neutralidad climática. Limitarse solo al coche eléctrico sería un riesgo para el empleo y la competitividad europea», dijo la presidenta de la Asociación Alemana de la Industria del Automóvil (VDA), Hildegard Müller.

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Ese camino hacia la neutralidad debe ser «económicamente viable y socialmente justa», remata el comisario europeo, que no ha definido de forma concreta si se le dará la excepción también a los vehículos con tecnología híbrida enchufable y eléctrica de rango extendido (EREV). El 10 de diciembre saldremos de dudas.

Ahora la pelota está encima de los fabricantes de combustibles alternativos, una industria que se enfrenta a sus propias dificultades. Por un lado, los e-fuels son combustibles líquidos producidos a partir de hidrógeno y CO2 capturado, los cuales pueden ser potencialmente neutros en carbono. A cambio, afrontan un alto coste de producción, tienen una eficiencia energética baja al requerir mucha electricidad renovable y su disponibilidad es limitada.

Por otro lado, los biocombustibles se producen gracias a materia orgánica como los residuos, cultivos, aceites usados… lo que habla muy bien del aprovechamiento de residuos y la reducción de emisiones. Sin embargo, se enfrentan a impactos medioambientales si no se gestionan bien, como la deforestación o la competencia por tierra y agua con la producción de alimentos; las materias primas sostenibles tienen una escalabilidad limitada y los costes y tecnologías para biocombustibles avanzados todavía están en desarrollo.

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